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El rey no consigue cazar osos en los Picos de Europa
TESOROS DE LA HEMEROTECA

El rey no consigue cazar osos en los Picos de Europa

Los diarios informaban sobre la marcha de 'la cacería regia' en las montañas cántabras, que se prolongó del 16 al 23 de agosto

V. LLADRÓ

Martes, 4 de agosto 2015, 23:44

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Tal como se muestran hoy la sensibilidad social y la opinión pública por estas cosas, se habría armado un gran escándalo de consecuencias imprevisibles, pero en agosto de 1882, la noticia de que el rey, don Alfonso XII, había ido a cazar osos y rebecos en los Picos de Europa, se divulgó con la mayor normalidad y, hasta si quieren, con cierto aire de orgullo, porque mostraba a un monarca activo y diestro en las tareas de ocio cinegético que se suponían propias de una personalidad de su posición y alta alcurnia.

Bajo el título 'La cacería regia en los Picos de Europa', LAS PROVINCIAS publicó varias crónicas en los días finales de agosto de 1882 que narraban el periplo del rey y sus acompañantes por el macizo montañoso que está a caballo de tierras de Cantabria, Palencia, León y Asturias. La primera crónica aparece el día 22, si bien se refiere a lo acontecido el día 17, cuando Alfonso XII llegó a la sierra de Andara, en la parte más oriental de los Picos.

El retraso de cinco días muestra la lentitud de las comunicaciones de la época. La comitiva había iniciado sus días de cacería el día 16 y los culminó el 23 en Panes, concejo de Peñamellera Baja, junto al río Deva, desde donde el monarca partió para proseguir sus vacaciones cántabras en Comillas, reuniéndose con su familia.

Con el rey iban, a caballo, el conde de Mirasol, el brigadier Goicoechea, el doctor Camisón y el teniente de navío Sánchez Bercáiztegui. Comían y dormían en casetones de ingenieros de minas ubicados en Andara y Áliva, pero la intendencia la suministraban a diario lugartenientes del marqués de Comillas y su hijo preparaba los almuerzos. También estuvieron en diversas poblaciones, como Sotres y Potes, donde fueron agasajados.

En las diversas batidas que realizaron llegaron a cazar muchas decenas de rebecos (que allí se llaman rebezos), quizá algunos cientos, de los que cortaron cabezas y extremidades, para disecarlas y mandarlas al Palacio Real de Madrid. También cobraron otras piezas entre la abundante fauna. Sin embargo no lograron cumplir el objetivo de abatir osos, pese a los esfuerzos realizados por los ayudantes, que acorralaron a varios ejemplares en los bosques de Liébana y Bedoya. Dicen las crónicas que en una ocasión, un par de osos pasaron cerca de Alfonso XII, quien probablemente no quiso disparar al notar que había peligro porque se cruzaron algunos ojeadores.

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