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El artista Enrique Senís Oliver en una de las aulas de la Politècnica, cedida por la institución para realizar el mural 'Valencianos, a volar'.
La Politècnica gastó 30 millones de pesetas en un mural de Enrique Senís que no ha instalado

La Politècnica gastó 30 millones de pesetas en un mural de Enrique Senís que no ha instalado

El artista denuncia que la Universitat no lo ha colocado en 15 años para «evitar herir la sensibilidad catalanista»

Noelia Camacho

Miércoles, 11 de febrero 2015, 11:31

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"Yo sólo quiero que instalen el mural que realicé hace 15 años". Así se refiere el artista valenciano Enrique Senís Oliver a la obra que, en el año 2000, el entonces rector de la Universitat Politècnica de Valencia (UPV), Justo Nieto, le encargó para revestir el techo de la biblioteca de la institución.

Una pieza de más de 200 metros cuadrados por la que la universidad pagó a Senís 30 millones de pesetas de la época y que nunca ha visto la luz. "Yo la entregué en su momento y nunca más supe qué fue de este enorme mural", cuenta el pintor a LAS PROVINCIAS tras denunciar que el argumento esgrimido desde la entidad académica, sobre todo por parte del exrector Juan Juliá -quien sucedió a Nieto en el cargo-, fue que la universidad quería evitar "herir sensibilidades catalanistas". La razón que le dieron, según las palabras del artista, es que la obra, titulada Valencianos, a volar, contenía muchas senyeras valencianas. "Yo soy de Valencia, vivo aquí y es la bandera oficial de la Comunitat. ¿Por qué debería herir ninguna sensibilidad?", se pregunta Senís para seguir contando que, además, en las justificaciones del, por aquel entonces máximo responsable de la UPV, el mural podría sufrir ataques que deterioraran o rompieran la obra.

"¿Cómo van a destrozar una pieza instalada en el techo?", insiste el pintor. "Podrían hacerlo con una de sus partes, que iba colocada en un lateral, pero con las suficientes medidas de seguridad, no le hubiera pasado absolutamente nada", manifiesta contrariado.

Lo cierto es que, después de 15 años de un encargo, en el que, según afirma, le dieron total libertad para crear la obra, desconoce el lugar donde puede estar guardado o almacenado. "Ni siquiera sé si está deteriorada o si se ha conservado con el cuidado necesario para que no se estropee", relata.

Senís Oliver, cuya larga carrera artística se ha desarrollado en el extranjero, mantuvo conversaciones con los responsables de la universidad para estudiar su colocación. Le comunicaron que, para instalarlo, debían cortar la obra en piezas de un metro cuadrado para poder instalarlo. "Dije que no. La obra se podía colocar, con los medios técnicos adecuados, sin tener que cortarla. Es como poner papel pintado. Pero ha de hacerse con un grupo de expertos", dice tras mostrar extrañeza: "no entiendo como, en una universidad que imparte la carrera de Bellas Artes, no exista nadie capaz de darme una solución", prosigue. Después, ante la insistencia del artista, llegaron las excusas de que el mural podría sufrir ataques por parte de algunos sectores catalanistas que conviven en la universidad. Y nunca más se supo del mural.

"Intenté reunirme en varias ocasiones con el rector Juliá, pero no fue posible. Después, desistí en el intento. Pero sigo queriendo que la pieza se instale en el lugar para el que fue concebida. Yo quiero que esta obra esté en Valencia, mi tierra", confiesa después de asegurar que al rector actual, Francisco José Mora, "ni le conozco".

El proceso de creación del mural duró más de un año. Enrique Senís Oliver se dedicó, casi en exclusiva, a trabajar incesantemente en esta pieza gigantesca. "El propio Justo Nieto vino varias veces a ver la obra. Nunca se puso ningún problema", Tal fue la colaboración mantenida con la Politècnica que, dada la envergadura del trabajo, la institución le cedió un espacio durante los meses de verano para pintar. "Trabajé junto al arquitecto encargado de la reforma de la biblioteca. Todo estaba en orden. Me pagaron. Yo finalicé el mural y lo entregué. Durante mucho tiempo estuve preguntando qué había sido de él", asevera.

Su Valencianos, a volar, nombre con el que bautizó a una obra encargada por la Universidad en el año 2000, era una alegoría para invitar a los estudiantes a alcanzar sus metas. "Es una pieza evocadora, que persigue que las personas luchen por sus sueños", detalla. En ella, aparecen diferentes imágenes, todas ellas impregnadas del color y la belleza que distinguen al proceso de creación de este valenciano. En él, se aprecian las características columnas de la Lonja de Valencia y también sus arcos. Diferentes individuos coronan esta especie de cielo metafórico que el pintor ideó para ejemplificar como, en una institución académica, se ha de luchar por alcanzar las metas. También se incluyen los tres estandartes de Les Corts, San Jorge, el Ángel Custodio y la Virgen del Puig y numerosas senyeras.

Senís Oliver es uno de los artistas valencianos más reconocidos. Su obra está repartida por medio mundo. Ha realizado murales similares a Valencianos, a volar para otras instituciones. Sin embargo, a sus casi 80 años, "lo único que yo quiero es que la obra se instale", insiste.

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