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La muestra alberga algunas obras icónicas de Andreu Alfaro como las generatrices. :: damián torres
El hábitat natural de Andreu Alfaro

El hábitat natural de Andreu Alfaro

La familia del escultor habilita el taller de Godella para reivindicar el carácter «vehemente y espontáneo» del artista

NOELIA CAMACHO

Viernes, 27 de junio 2014, 00:14

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«No dejó directrices claras sobre qué hacer después de su muerte, pero en sus últimos años recuperó y recompró algunas de sus obras para mantener vivo su legado». Estas palabras pertenecen a Andrés Alfaro, hijo del escultor valenciano Andreu Alfaro, quien, junto a su familia, ha convertido el estudio del artista en un museo -aunque la familia prefiere no llamarlo así para no dotarlo de un carácter institucional- donde exhibir una selección de obras que describen los más de 50 años de carrera artística.

Concretamente, el nuevo espacio, situado en el taller que el escultur tenía en la localidad de Godella, concentra 48 obras que abarcan desde sus primeras esculturas en 1957 hasta que dejó de trabajar en el año 2005.

«Hemos seleccionado estas 48 obras de más de 200 que nos dejó mi padre», asegura Alfaro hijo, quien se ha ayudado de un grupo de amigos del artista para llegar a esta selección. «Personalidades como los galeristas Joan Gaspar y Helmut Dreiseitel, artistas como Eduardo Arroyo o Artur Heras, comisarios y críticos de arte como Juan Francisco Yvars y Vicent Todolí han intervenido en la elección de las piezas» confiesa mientras repasa el legado artístico de este artista autodidacta. Además, todos ellos han colaborado junto con otros miembros de la familia de Alfaro y amigos del escultor como Daniel Giralt-Miracle, Josep Salvador, Fran Silvestre o Manuel Vicent. Después de una reunión el pasado mes de mayo, lo que se puede ver en el estudio es el reflejo de los más de 50 años de creación del genio valenciano.

La muestra expone también 33 dibujos de Andreu Alfaro. «Mi padre era un gran dibujante, lo fue antes que escultor», afirma uno de sus herederos, quien asevera que la creación de este espacio donde se aglutina el universo creativo del genio «le hubiera gustado impulsarlo a mi padre en vida».

«Era una persona muy cercana. Un gran conversador, vehemente y muy reflexivo. Pero además, tenía una parte muy espontánea». Esta descripción se puede apreciar en las dos salas en las que se divide el estudio reconvertido en museo. Las dos recogen obras de las etapas más significativas de su trayectoria profesional como las planchas, las famosas generatrices, módulos, geometrías variables, figuras lineales, figuras de piedra y piezas del universo de Goethe, el filósofo alemán por el que Alfaro sentía absoluta admiración.

En la primera de ellas, se exhiben las obras comprendidas entre 1957 y principios de los años 80. Desde sus esculturas más minimalistas - «algunos lo calificaron como minimalista en los años 60 y él no sabía ni lo que era eso»- a las reconocibles generatrices y piezas realizadas en metacrilato de colores.

La segunda, bucea por las últimas décadas, desde los años 80 hasta 2004, justo el momento en el que Alfaro dejó de crear. Allí encuentran su espacio obras como el homenaje a Goethe, su particular visión del cuerpo femenino a través de las esculturas 'Afrodita III' (1989) y 'Venue II' (1988) hasta sus últimos trabajos, como el homenaje a la mujer trabajadora del año 1993. Finalmente, en el patio de la entrada del taller se muestran las esculturas de gran formato y urbanas que realizó a lo largo de su trayectoria.

«Este era el hábitat natural de Andreu Alfaro», califica su hijo a las enormes naves industriales que fueron el centro del trabajo del escultor durante gran parte de su vida. Dos de las salas exhibirán sus obras, a las que se puede acceder de forma gratuita de lunes a jueves. El resto del espacio contempla otra estancia para la restauración de algunas de las creaciones de Alfaro que se hayan deteriorado y también el archivo que recoge la documentación y los bocetos sobre su escultura

Reivindicar al genio

La familia de Andreu Alfaro ha impulsado este museo de forma totalmente desinteresada y sin recibir ningún tipo de ayuda pública. «Mi padre no creía en las fundaciones, ni en los problemas que crean», por ello, este espacio expositivo sirve para reivindicar la figura de un escultor que «es más admirado en Madrid o Barcelona que en Valencia», lamentan sus descendientes.

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