Borrar
Rebeca Bitrus durante su discurso. A. SÁIZ/ AVAN
«El primer día que me secuestró Boko Haram ya me violaron cinco hombres»

«El primer día que me secuestró Boko Haram ya me violaron cinco hombres»

Rebeca Bitrus, la refugiada que escapó de los islamistas cuenta en Valencia sus dos años bajo el cautiverio del grupo terrorista

MAR GUADALAJARA

VALENCIA.

Viernes, 22 de septiembre 2017, 01:11

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Muy delgada y con un pañuelo rosa que le cubría la cabeza, Rebeca Bitrus entraba en la iglesia de San Lorenzo en pleno centro de Valencia, ante la mirada expectante de los asistentes. Al llegar al altar, se arrodilló con dificultad para rezar. Sufrimiento y perdón son las palabras que definen a esta joven secuestrada, violada y torturada durante dos años a manos de la secta terrorista Boko Haram.

«Era un día cualquiera sobre las cinco de la tarde cuando entraron al pueblo. Yo me estaba dando una ducha y mi marido trabajaba en el campo que teníamos detrás de nuestra casa; fue él quien empezó a gritarme que saliera, que cogiera a los niños porque venían. Después me dieron un golpe y me arrastraron por el suelo, me llevaron con el resto de mujeres que acababan de secuestrar», explicaba Rebeca.

Encerrada junto a otras jóvenes, no sabía que había sido del resto de su familia, sólo vio como se llevaban a uno de sus hijos. Los niños mayores de tres años,los entrenan para combatir; a ellas las violan y las usan como mujeres bombas. «Nos obligaban a rezar el Corán, pero yo me negué, les dije que no entendía como se podía matar en nombre de Dios y entonces, como castigo, cogieron a mi hijo y lo tiraron al agua, vi como se moría. A partir de ese momento empecé a tener miedo, les hice caso, pero en vez de recitar el Corán, recé a Cristo», contaba levantando sus brazos y enseñando un anaranjado rosario que se entrelazaba entre sus manos.

«El primer día me violaron cinco hombres; cada uno me agarraba de una extremidad, cuando me quedé embarazada dejaron de abusar de mi», decía hundiendo la cabeza entre sus hombros. «Cuando tuve al hijo fruto de las violaciones pensé que no quería verlo; he odiado a ese niño, incluso tuve la tentación de huir sin él», explica con lágrimas en sus ojos y la voz entrecortada. «Al principio no le quería, pero le salvé y ahora le sigo cuidando, aunque tengo miedo de que crezca con la maldad de quienes lo engendraron».

«Nunca he dudado de mi fe, pude huir gracias a la fuerza que Dios me daba, cuando salí acudí a la comunidad católica en Nigeria. Si no fuera por ellos no estaría viva», asegura Rebeca, quien vive ahora en un campo de refugiados junto a otros perseguidos que, como ella, consiguieron escapar de Boko Haram. Al rededor de 300 millones de cristianos son secuestrados en Nigeria. Es el país más letal para las comunidades cristianas y musulmanas que se niegan a someterse al islamismo radical que quieren imponer. Organizaciones como 'Ayuda a la Iglesia Necesitada' socorren a todos aquellos que son torturados y perseguidos, aquellos que han visto como al volver al lugar donde estaban sus casas no quedan más que cenizas y escombros como le ocurrió a Rebeca.

«He perdonado lo que me hicieron, he aceptado al hijo que me dieron aunque sufro porque la maldad de los terroristas crezca en él, fue mi sacerdote quien me dijo que sólo con cariño podía salvarle», contó la joven retirando de nuevo las lágrimas que caían por su cara. Ella no es más que la voz de todos aquellos que aún están encerrados y son obligados a luchar en una guerra que no es la suya.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios