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Nuevo dique de un kilómetro y 135 metros de altura

Nuevo dique de un kilómetro y 135 metros de altura

La pantanada impulsó la construcción de una imponente infraestructura que se enmarcó dentro del Plan de Defensa contra Avenidas del Júcar de junio de 1985

Isabel Domingo

Valencia

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Viernes, 13 de octubre 2017

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El gran dique que corta el paso al Júcar en el tramo final de su recorrido es una imponente infraestructura que mide algo más de un kilómetro de longitud en su coronación y tiene 135 metros de altura desde cimientos». Así se describe la construcción que se levantó tras el desmoronamiento del antiguo pantano en el libro 'La presa de Tous', editado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en 2013 y escrito por el que fue director de las obras, el ingeniero de caminos José Luis Utrillas.

El pantano de Tous, en una fotografía reciente.
El pantano de Tous, en una fotografía reciente. Txema Rodríguez

«Un hito en la ingeniería hidráulica», resalta, cuya construcción se enmarcó dentro del Plan de Defensa contra Avenidas del Júcar de junio de 1985, que contemplaba la ejecución de otras dos presas: la del río Escalona y la del río Albaida (llamada Bellús). Como explica el gerente de la Cámara de Contratistas de la Comunidad Valenciana, Manuel Miñés, que entonces era director de zona de Levante-Valencia, Murcia y Baleares de la empresa Agromán (que ejecutó los dos pantanos), en el caso de la nueva presa de Tous «está diseñada no sólo para cumplir el objetivo de laminación de avenidas, sino también para atender y garantizar el suministro de caudales para el abastecimiento del área metropolitana de Valencia, los riegos de la comarca de la Ribera y del canal Júcar-Turia y la producción de energía eléctrica».

Las obras, adjudicadas a las constructoras Agromán y Dragados y Construcciones, comenzaron en 1990 y concluyeron a finales de 1995. «En el periodo de mayor producción, el número total de trabajadores superó las 1.000 personas», recuerda Miñés, que también estuvo presente el día de la rotura del pantano en 1982. «La incredulidad y perplejidad de que algo pudiera ocurrir a la presa -la empresa llevaba 70 embalses ejecutados- se tornó en incapacidad y constancia de que lo que parecía inevitable podría ocurrir y la catástrofe era segura», relata.

Para la nueva construcción se optó finalmente por el mismo emplazamiento de la anterior, aunque la capacidad a su máximo nivel normal se elevó a los 378 hectómetros cúbicos. «Los estudios realizados demostraron que una ubicación distinta a la de la presa primitiva introducía una serie de incertidumbres que ponían en entredicho su factibilidad técnica, especialmente en lo relativo a conseguir una adecuada estanqueidad del vaso», se explica en el libro editado por la CHJ.

Una imagen del río Júcar en la actualidad.
Una imagen del río Júcar en la actualidad. Txema Rodríguez

En febrero de 1991 el Júcar fue encauzado a través de un túnel de desvío, por el que discurrió hasta enero de 1995, cuando, un mes antes, se procedió al cierre técnico de ese túnel y se procedió a embalsar. Durante esos años, además, los trabajos se tuvieron que acompasar a la lógica natural del río para que, al llegar otoño, las obras estuvieran en un punto capaz de soportar una posible crecida.

Tres grúas de torre, tres carros perforados sobre orugas, 13 cargadoras y otras tantos silobuses y camiones hormigonera, 64 camiones, siete 'bulldozer', dos plantas de fabricación de hormigón y otra de áridos y filtros, siete compactadoras... Son algunas de las cifras de la maquinaria móvil empleada en la ejecución de la nueva presa. Una vez construida también se abordó la restauración paisajística de la zona.

Obras pendientes

Posteriormente a las actuaciones contempladas en el plan de 1985, la CHJ redactó el Plan global frente a las inundaciones en la ribera del Júcar, aprobado en el año 2000 mediante un convenio entre el Ministerio de Medio Ambiente y la Generalitat. Incluye actuaciones como estructuras de laminación, mejora del drenaje sur de la marjal y el acondicionamiento del río Júcar entre Carcaixent y la AP-7.

«Actuaciones pendientes que, hoy en día, ascienden a unos 750 millones», explica Manuel Miñés, que critica el olvido que sufrió el convenio por parte del Gobierno central hasta 2009, fecha en la que se autorizó la redacción del pliego de bases para la elaboración de los proyectos constructivos.

«Pero tras más de 15 años de espera y transcurridos 35 desde aquellas devastadoras inundaciones, esperábamos ver que, redactados los proyectos, se desbloquearan, se licitaran y, cuanto menos, se iniciaran algunas de las obras. Hay que iniciarlas ya. La seguridad de la población lo exige», denuncia Miñes.

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