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WIFI

JOSÉ-ANTONIO BURRIEL

Martes, 22 de agosto 2017, 07:59

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Paseo de la playa de Gandia. En unos bancos, varias madres hablaban de sus cosas y lo hacían con sus hijos -uno y dos años- en brazos. Era media tarde y yo estaba sentado cerca del corro esperando a un amigo para continuar con el paseo. Y escuché cómo una de las madres confesaba algo que me dejo 'bocabadat', como decimos los valencianos. «Mi hijo ha aprendido a decir sus primeras palabras», comentaba a su interlocutora. Y cuando esperaba oír 'mamá' o 'papá', escuché tal como suena: «Ha dicho 'wifi'». ¿Tantas veces ha escuchado el hijo 'wifi' como para convertirla en la primera palabra que aprende a pronunciar? ¡Mal comienzo, chaval! ¿Y los cuentos para niños, por ejemplo?

No me preocupa que el chavalito sepa decir 'wifi'. Me preocupa que la madre se sienta muy satisfecha de que su chavalito la pronuncie. Espero, confío, que al hijo lo eduque en algo más que andar enredado en las redes sociales. Sobre todo que le enseñe, cuando llegue el momento, a aprender en las redes sociales más cosas; a disfrutar con los juegos para niños, sin abusar de ellos, por supuesto. Me preocupa que la madre sea consciente, y así eduque al hijo, de que las redes sociales tienen su lado bueno, pero también su lado más bien oscuro -dimes y diretes, habladurías, mentiras, anonimato peligroso-. Y me preocupa, de modo especial, que la madre mantenga alejado a su hijo de las fotos por cualquier motivo, que se convierta en una 'foto'.

Puestos a seguir con las redes sociales, algo llamativo, al menos en estos momentos: los 'gritos' -porque no se pronuncian palabras, sino que literalmente se grita- a propósito de cualquier suceso que ocupe lugar preeminente en los medios informativos, sobre todo en las televisiones. Y pienso que se grita porque se carece de datos y argumentos para defender esta o aquella posición u opinión. Y se grita como si alzar la voz fuera signo de racionalidad. Lo peor del grito es que algunos de los que los escuchan piensan que los 'gritones' tienen razón. La verdad se impone por su fundamento, no por el volumen de la voz, por el grito.

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