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Wasap geolocalizará al caganer

Una pica en Flandes ·

Debería tirar el móvil al váter y quemar mi tarjeta de crédito. La moderna libertad es la independencia de la tecnología

Esteban González Pons

Lunes, 23 de octubre 2017, 09:46

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A riesgo de parecer marciano, me niego a escribir otra vez sobre independentistas, anticapitalistas y egoístas (que también puede ser una ideología) catalanes. E incluso de sus caricaturas valencianas. Es verdad que la intentona supremacista de la butifarra es lo peor que le ha ocurrido a España desde que yo recuerdo, sin embargo, por debajo de la costra de universo paralelo sostenida por caganers de la política que sueñan con un país sin pañales para niños como la Venezuela de Maduro, la vida sigue contorneándose y la muerte continúa igualándonos. Lo mismo que si levantas la nieve en invierno destapas una naturaleza dormida, si obvias el 'big bang' que no terminan de expeler los Jordis, es sorprendente que ni el tiempo esté detenido ni a la gente haya dejado de sucederle cosas, como parecería leyendo los periódicos. Hoy no. Hoy descanso y miro el paisaje del mundo que es mucho más grande que el ombligo cansino del 'procés', aunque también resulte redondo.

Por ejemplo, esta semana hemos sabido que, una de las aplicaciones más populares del móvil, va a comenzar a localizar a sus usuarios en el mapa y a enviar, esa información sobre el lugar en que se encuentran, a sus contactos. En otras palabras, que esta aplicación ya tiene claro dónde estamos a cada momento y que, a partir de ahora, se va a chivar. Que lo pregonará. Dicen que es para avisar a nuestros amigos de que llegamos tarde a una cita. Ya. Pero, por el camino, además alertará a los maridos de que no habéis ido a la peluquería sino a un apartamento en las afueras y a los jefes de que, de vuelta del recado, ha caído una horchatita con moje para matar el calor y entretener las tripas. Se acabó lo de rebuscar en el bolsillo de la americana de Pepe una entrada de discoteca o en el bolso de Pepa la tarjeta de un restaurante discreto. El teléfono nos lo va a contar todo gratis.

Ya nos parecía al fantasma de Pablo Escobar, al ratón Pérez y a servidor, una pérdida inaceptable de intimidad que cada vez se pague más con tarjeta y que, paulatinamente, esté despareciendo la calderilla de nuestras manos. No hay caridad o regalo sin privacidad y, así, tampoco habrá generosidad sin pellizco de Hacienda. No me apetece que nadie sepa qué calzoncillos me compro, si el slip, el tanga, el largo, o el suspensorio, ni que rule la noticia de que prefiero los palillos al hilo dental o que por Navidad siempre gasto en lencería negra. Vivir con ciertos secretos es cristiano, liberal, democrático, moral y hasta cardiosaludable.

Debería tirar el móvil al váter y quemar mi tarjeta de crédito. La moderna libertad no es la independencia, nen, sino la independencia de la tecnología. Ya verás, cuando, a sus colegas de fantasía sexual, les llegue, todo el rato, un wasap que dice: «Puigdemont geolocalizado en España». Ya verás qué despertar tan amargo a la cruda realidad.

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