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Vaya semanita lleva Puig

Espadas ·

ferran belda

Jueves, 26 de abril 2018, 10:03

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Dice aquí el director que el poder de Isabel Bonig dista mucho de ser absoluto. Y es verdad. En unos sitios dicta su ley José Ciscar, en otros César Sánchez y en los de más allá -nunca mejor dicho- los discípulos de Cotino... Pero así están y han estado todos los secretarios generales de los grandes partidos valencianos. ¿O acaso es más fuerte la posición que ocupa Ximo Puig? No. XP no manda ni en su casa. No hay más que ver cómo le arrastra Pancho, el chucho, cuando lo saca a pasear. Entre que gobierna en coalición, que José L. Ábalos le disputa la supremacía orgánica y que hasta las JSPV le han tomado la medida, estoy por asegurarles que controla menos territorio que Bonig y desde luego que Bashar al-Ásad, el amigo de Pedro Agramunt, con todos sus más -«es un hijo de puta, pero es o era nuestro hijo de puta»- y sus menos.

Las primeras limitaciones al poder de los distintos presidentes de la Generalidad han sido siempre orgánicas. A todos les han salido los camaradas respondones. Zaplana, que fue el más influyente de todos, se marchó a Madrid sin haber conseguido cubrir el vacío que le hacía Rita Barberá en Valencia y acabar con el potreo al que lo sometía Carlos Fabra. Un cacique capaz de desairarlo hasta cuando se presentaba en calzón corto en Les Platgetes de Bellver para pegar la hebra jugando al pádel y se encontraba con que el señor del lugar no estaba para pelotas de ningún tipo. La proverbial frialdad con que Rita marcaba las distancias a sus rivales, adversarios, enemigos y compañeros de partido (Andreotti) desapareció con el advenimiento de Camps. Lo que no pudo evitar su hijo bien amado es que no una sino las tres diputaciones actuaran como auténticos reinos de taifas. La experiencia del primer presidente, el socialista Joan Lerma, no fue muy distinta. Cuando no se vio obligado a negociar con Ciscar y Asunción, lo tuvo que hacer con Asunción a secas y hasta con Gª Miralles.

Si en algo se diferencia Puig de los demás es en que a él se le sube a las barbas cualquiera, y ya parece el beato Ripollés por la cantidad de desobedientes que lleva colgando de la sotabarba. Su deseo de que fuera una sobrina de JI Pla, que ya son ganas de emparentar con el periodo más lóbrego de la historia del PSPV, la que administrara los 7.000 millones con que está dotada la Consejería de Sanidad duró lo que tardó Carmen Montón en dejar sin firma a la nueva directora general. Menos de dos días hábiles tardó a continuación el intocable muñidor Ángel Franco en relevar a la candidata oficial a la alcaldía de Alicante en sustitución del dimitido Echávarri. Y a este paso se le engallará hasta el alcalde de Morella porque tendría que dar un puñetazo encima de la mesa, y no está en condiciones de darlo.

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