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Un spot del Gobierno pretende concienciarnos sobre el ahorro de agua y energía alertándonos de que si cerramos el grifo de la ducha mientras nos enjabonamos «habrá más tortuguitas en el mar». En serio. Si no lo han visto aún, creánselo, es cierto, y además va en tono serio, o eso busca, nada de bromas en un programa humorístico. «Habrá más tortuguitas en el mar», en diminutivo, mientras muestra bellas imágenes de una tortuga (o tortuguita) nadando libremente en limpias aguas marinas, y rematan la faena advirtiéndonos: «Y tú que te creías que solo ahorrarías agua caliente».

Lo peor de todo, lo más desconcertante, es que sale sobreimpreso el emblema amarillo del Gobierno de España, para que no quede duda de que este anuncio tan bienintencionado y lustroso es producto de la máxima oficialidad, no vayan a pensar otra cosa.

Te queda un desasosiego con la proliferación de este tipo de relaciones y comparaciones que son producto del buenismo rampante. No hay que cerrar el grifo porque sí, porque se debe ahorrar agua, porque hacerlo así es bueno, para empezar, para tu bolsillo, y, además, para el bien común; no, hay que cerrarlo pensando en salvar tortuguitas. Y merlucitas y besuguitos.

Es como una renuncia general a que la buena educación coherente, la formación adecuada, la divulgación de principios lógicos, acertados y asentados, puedan conseguir los resultados deseables de buenos comportamientos de las personas. Se ve que ya no vale decir 'no tires eso por el pasillo porque queda feo, molesta y contamina'. No vale, ha quedado desfasado, no se admite ni se cumple; por eso abunda señalar 'no hagas eso porque peligra la salud del planeta'. Nada menos. La del planeta y la de las tortuguitas. Palabras mayores en diminutivo. Con la firma del Gobierno.

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