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Sumisión o victoria

JUAN CARLOS VILORIA

Lunes, 23 de abril 2018, 16:10

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La filtración de la hoja de ruta de Carolina Bescansa y su clan para utilizar a Íñigo Errejón como caballo de Troya en la batalla por el poder ha situado al estratega y cofundador de Podemos en un terreno incómodo. Errejón no es guerrero de campo abierto. Incluso es dudoso si es guerrero. En el caso de Pablo Iglesias no hay duda. En la confrontación se mueve con comodidad. Incluso con satisfacción. No rechaza ni la violencia verbal, ni, si es necesario, el uso de la guillotina. Errejón ya ha probado su filo helador.

Hasta ahora Errejón había tragado con todo. Expulsado de la portavocía de Congreso y de la secretaría política; reducido al papel de figurante, había aceptado en silencio el castigo. Callado ante el desfasado intento de Pablo de reconstruir la izquierda clásica con Garzón y apaciguando a sus seguidores para evitar lucha internas. Aparentemente había picado el anzuelo de abandonar el campo de batalla interno aceptando el caramelo de la candidatura a la comunidad de Madrid. Pero los indicios de que sinuosamente preparaba un plan de contraataque para derrocar a Iglesias son bastante sólidos. Hasta que se produjo el extraño incidente de la filtración casual del 'plan Bescansa', Errejón estaba tanteado las fuerzas de sus adversarios. El perro guardián de Iglesias, el comisario Espinar, le había intentado maniatar colocándole una lista de centuriones y desdoblando las primarias. Pero por primera vez desde la derrota, el ladino Errejón enseñó los dientes. Y ha ganado esta primera escaramuza confirmando que el momento de desafíar a los 'pablistas' era idóneo.

A su favor, que la crisis del caso Cifuentes aumenta las posibilidades de que la izquierda sume una mayoría para echar al PP de su principal fortaleza. Que desde Vistalegre II el líder carismático ha perdido frescura, autoridad y se hunde en las encuestas de popularidad. De su mano los indicadores sociológicos dan a Podemos cayendo en intención de voto. Sin contar con las guerrillas internas que salpican toda la organización que Echenique es incapaz de controlar. Añadamos que Iglesias está superado y debilitado por el problema del independentismo catalán y que se ha quedado a rebufo de los grandes movimientos de protesta a pie de calle: mujeres y pensionistas. En este escenario la figura de Errejón puede jugar sus bazas. Esa era su fuerza antes de la filtración de sus planes. Planes de los que ahora reniega.

Como Cristina Cifuentes con el máster. Pero Errejón tiene que saber que cuando uno empieza el camino de la disidencia no hay marcha atrás. Solo quedan dos opciones: sumisión o victoria. Ahora veremos el material del que está hecho el joven estratega y si su mandíbula es o no de cristal. Sus aspiraciones políticas que va desgranando por ahí: construir nuevas mayorías; recuperar «el orden» perdido y «radicalizar la democracia requieren ocupar el poder y desplazar a Pablo Iglesias.

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