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Los símbolos y lo simbólico

Crece en España el respeto a los símbolos de la unidad nacional, por mucho que les pese a partidos de izquierda

CURRI VALENZUELA

Martes, 20 de febrero 2018, 10:26

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Que se convierta en el tema de debate político más popular en la calle el hecho de que Marta Sánchez acabe su último concierto cantando el himno nacional da idea de que el rechazo de muchos españoles al desafío catalán sigue vivo. Se notó con los miles y miles de banderas que se colocaron en los balcones como respuesta al referéndum ilegal del 1-O. Parecía que el hartazgo a tanta noticia sobre los independentistas empeñados en mantener su actitud había calmado aquella reacción. No era así. Es verdad que la gente pasa ya de las payasadas de Puigdemont, pero el amor por los símbolos de la unidad de España permanece.

Los dirigentes de la Cataluña secesionista que quedan en Barcelona sin haber huido o permanecer tras las rejas de una prisión no hablan ya de símbolos, sin embargo, sino de simbolismos. Lo hicieron ayer Marta Rovira y Marta Pascual, las número dos de Junqueras y Puigdemont, respectivamente, cuando acudieron a la Audiencia Nacional para declarar sobre su implicación en el proceso independentista. Ambas aseguraron ante el juez que cuando se declaró esa independencia en el Parlamento catalán se trató únicamente de llevar a cabo un gesto de carácter simbólico sin consecuencias jurídicas.

El juez las creyó, como antes lo había hecho el fiscal que no pidió su ingreso en prision, aunque eso no signifique que las dos no vayan a ser imputadas por graves delitos cuando concluya la instrucción. Pero más allá de las implicaciones judiciales, resulta difícil explicar cómo simbolismos el que cientos de empresas y sus principales bancos hayan huido de esa comunidad, esté descendiendo el número de turistas y las ventas inmobiliarias y la vida política se encuentre totalmente paralizada mientras los tres partidos independentistas se pelean entre ellos, incapaces de decidir un candidato para presidente de la Generalitat.

Simbólicos debe de ser también el odio que despliega TV3 hacia todo lo español, el rechazo frontal a que los niños puedan educarse en modo bilingüe castellano-catalán, la burla del último expresidente de la Generalitat hacia las leyes de nuestro país desde su lujoso escondite en Bélgica, la parálisis del nuevo presidente del Parlament para exigir que se presente algún candidato a la investidura y tantas otras cosas.

Frente a ese simbolismo ficticio crece en España el respeto a los símbolos de la unidad nacional, por mucho que les pese a partidos de izquierda como Podemos, el PSC y otros nacionalistas que confunden su ideología con el respeto a la bandera, la jefatura del Estado o el himno nacional, una anomalía que no se produce en otros países europeos. Se equivocan: no son de derechas muchos de los españoles que prueban a repetir la letra que ha puesto Marta Sánchez al himno, ni los muchos que consideran que ha llegado la hora de ponerle letra para poder cantarla a pleno pulmón.

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