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Dos serios reveses antitaurinos

FERRAN BELDA

Jueves, 22 de febrero 2018, 18:25

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Malas noticias para los contrarios a la tauromaquia. Si la sorpresiva recuperación de los premios 'Va de bous', unos galardones creados en tiempos de Alberto Fabra «pour épater le bourgeois», denota que es el titular del Consell en persona el que quiere desmarcarse a toda prisa de cualquier antitaurinismo, la sentencia del TSJCV que le recuerda al Ayuntamiento de Villena que carece de competencia para autorizar o denegar espectáculos de esta naturaleza pone a cada villano en su rincón (Lope de Vega).

La Comunidad Valenciana es la primera de España en cuanto a número de espectáculos taurinos. No en vano las fiestas de 292 de los 562 municipios que la componen giran, en gran medida, en torno al toro. Sólo alguien que creyera que Machado hablaba de reses cuando escribió que «en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa» podía ignorar indefinidamente esta aplastante realidad antropológica con influencias ineludiblemente electorales. Puig lo ha estado haciendo durante dos años y ocho meses. Pero a la vista de la contundencia con que uno de sus más próximos colaboradores, José Mª Ángel, se ha despachado a los escandalizados por la restauración de estos galardones no es descabellado deducir que se ha rendido ante la evidencia. Y lo que resulta más tranquilizador: que está tratando de poner coto a los excesos animalistas propios y extraños. De esos extraños compañeros de cama que eligió en 2015 con tal de gobernar. Y que tan pronto se las dan de franciscanos en un sitio como respaldan toda suerte de actividades taurinas en otro, donde, no por casualidad, la afición al arte de Cúchares es abrumadora. Si es éste realmente el deseo del presidente de la Generalidad, la sentencia de Villena le va a venir de perlas para embridar, antes que a nadie, a su camarada Roger Cerdà, alcalde de Xàtiva. Exponente máximo de cómo un destacado representante de un partido de orden puede acabar comportándose como el más radical de los antisistema con tal de no poner en peligro sus alianzas. Prohibió la celebración de corridas de toros después de convocar un referéndum en el que lo de menos fueron la escasa participación -el 24%- y la mínima diferencia de votos - 79-. Y lo de más, la pregunta: «¿Quiere que el ayuntamiento programe espectáculos taurinos en la Fira d'Agost»? Una pregunta capciosa que en modo alguno podía avalar tal prohibición porque el consistorio jamás ha programado corrida alguna. Los carteles han ido siempre por cuenta del arrendatario de la plaza. Una posición que no va a poder mantener porque el TSJCV es muy claro al respecto. La facultad de decidir sobre este particular es estatal. Y, a mayor abundamiento, el alquiler de una instalación pública, como son los cosos de Villena y Xàtiva, no puede denegarse por razones subjetivas y arbitrarias. Cuestión distinta es que con esto se ponga fin al oportunismo y la intrusión política en esta materia.

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