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ESTHER ASPERILLA
Viernes, 22 de septiembre 2017, 09:44
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Salir a la terraza, respirar el aire de la mañana y que esta vez y por primera en muchas semanas, entre fresco en tus pulmones. Sonreír y pensar que el otoño comienza y no comienza en septiembre. El otoño hace su entrada cuando desparece el chiringuito de playa y observas el hueco que ocupaba en la arena, como si nunca hubiera albergado la cerveza, la pereza, el aperitivo o el tardeo. El otoño aparece cuando empiezas a dudar entre la chaqueta de hilo y la de cuero. Cuando el planazo del fin de semana ya no pasa por tomar el sol o dejar pasar la tarde delante de un café, un helado o un café helado en una terraza.
Septiembre acorta sus días y alarga sus noches buscando su equilibrio y sin siquiera pararse a preguntarte. Como si la falta de calor hiciese que los días largos ya no mereciesen tanto la pena. Y por mucho que alabemos las cualidades de estas semanas (más fresquito, menos gente, mejores paseos), hay una cierta melancolía ligada a septiembre. Debe provenir de la infancia. De cuando sabías que la llegada del otoño implicaba la vuelta a las clases, a los estudios, al dichoso uniforme. Y esa sensación de nostalgia va asimismo unida a un sentimiento de incertidumbre. Una emoción por lo que empieza. Va ligada al recuerdo del olor de los libros de texto nuevos. Al cuidado con que los abrías. A la esmerada caligrafía con la que rellenabas los primeros ejercicios.
Septiembre sabe a final de verano pero también al comienzo de algo nuevo. Al nuevo curso. Casi como quien dice a un nuevo año. A retomar los objetivos. A buscar detrás de cada arco iris nuevas oportunidades. A rescatar del cajón los calcetines y los sueños. A aprender a mirar a través de la lluvia.
Decía Scott Fitzgerald en 'El Gran Gatsby': «la vida vuelve a empezar cuando refresca en otoño». Este es un mes que nos susurra al oído que tengamos confianza en lo que empieza. Que no perdamos esa emoción, aun melancólica, porque la melancolía no es más que otra forma de ilusión disfrazada. Que nunca nadie nos arrebate septiembre.
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