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RETABLOS DE BORBOTÓ

Mª ÁNGELES ARAZO

Domingo, 12 de noviembre 2017, 09:37

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Entre los graves errores del ciudadano de aquí es muy común la ignorancia que tiene de las pedanías de Valencia, tan próximas a la ciudad y tan interesantes en múltiples aspectos. Al hablar de arte siempre pienso en tesoros pictóricos que se desconocen, y entre ellos no puedo silenciar los retablos de Borbotó, ese lugar huertano a tan sólo tres kilómetros de la capital, semejante a una isla defendida contra urbanizaciones que, desde el camino de Godella, se vislumbra con una perspectiva lineal de cubos unidos con techumbres de tejas, verdinegras de líquenes. Casas en las que es fácil adivinar los patios con arriates, algún limonero, jazmineros y el rosal trepador.

Un pueblo remanso por la arquitectura popular, en la que sobresale el campanario y la cúpula de teja vidriada en azul de la parroquia de Santa Ana. El templo es de Antonio Gilabert (1716-1792), severo como corresponde al estilo académico; templo que alberga las espléndidas tablas del Mestre de Borbotó: el retablo del altar mayor y el retablo de las Ánimas, pertenecientes a la pintura gótica, con innovaciones renacentistas introducidas por Paolo de San Leocadio y Los Hernandos.

Las tablas las citó Martínez Aloy con tanta admiración como asombro, pero de forma documentada y crítica lo haría Leandro de Saralegui en la primera mitad del siglo XVI. Ahora bien, la gran difusión en revistas especializadas aconteció en 1991, cuando fueron restauradas por Ángel Barros y estudiadas por Daniel Benito Goerlich, profesor de Arte y Conservador de los Fondos de la Universidad, quien confirmó la existencia anterior de un trabajo pictórico. Se trataba de un surrealista infierno original, con personajes que recuerdan al Bosco; entre ellos, el demonio con cabeza riente en el sexo y el simbolismo de los pecados capitales encarnados por mujeres. Escabroso tema que permaneció oculto por los repintes de pudor, obligados por la jerarquía eclesiástica.

Tanto este retablo del altar mayor como el de las Ánimas son una joya en este lugar de cultivados campos que aún mantiene la costumbre de la suelta de palomos cada tarde.

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