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Podemos imita al padre Silva

FERRAN BELDA

Lunes, 14 de mayo 2018

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La historia se repite, pero no en forma de farsa, como pensaba Karl Marx, sino de circo. De circo y variedades en esta ocasión concreta. Ahora no es el alcalde Ribó el que se opone a que una empresa singapuresa convierta los llamados Docks en un hotel de lujo para tres años después estar todavía sopesando si crea otra Rambleta. Ahora es la concejala María Oliver la que se niega en redondo a escuchar la propuesta que le plantea la Fundación JJ Castellano Comenge de rehabilitación y uso de las naves que el ayuntamiento posee en El Cabanyal. Motivo: se le ha metido en el entrecejo montar en ellas una escuela de circo. Volatinera que es la señora portavoz de los comunes en el consistorio. Baste recordar que es la que obligó a la corporación a oponerse al desdoblamiento de la V-21 con argumentos tan peregrinos como que si se escalonara la entrada de la gente al trabajo no sería menester ampliar la autovía. Pero ella es así. Tan pronto ejerce de colaboradora necesaria de esa máquina de encarecer obras que fue Ciegsa que se propone emular al padre Silva creando una Ciudad de los Muchachos con sesenta años de retraso. Quién sabe si para compensar a los pocos empresarios circenses que quedan por prohibirles la participación de animales en sus espectáculos.

Ciertamente lo ideal sería que la fundación JJ Castellano Comenge hiciera lo que hicieron Manuel Chirivella y Alicia Soriano en 2001. Adquirir uno de los 414 edificios protegidos existentes en el centro de Valencia, un caserón del siglo XIV, rehabilitarlo y convertirlo en museo y sede de una de las instituciones privadas más ejemplares del cap i casal, la Fundación Chirivella Soriano. Pero la propuesta de la Fundación JJ Castellano Comenge tampoco está mal. Porque si no se siente con fuerzas para abordar la repristinación de una casa solariega gótica, pero sí para acondicionar con fines altruistas arquitectura industrial abandonada, el consistorio no se lo debería pensar dos veces y cederle el testigo. Lo dije cuando Carles Mulet, quién si no, reclamó el traspaso del convento de Santo Domingo a la Generalidad. Y lo mantengo: si algo necesita el patrimonio arquitectónico valenciano es voluntarios que se responsabilicen de su rehabilitación y conservación; en Italia es el Estado el que lo ofrece con estas condiciones. Lo que no puede ser por incoherente es que mientras una administración, la autonómica, se dedica a «mimar a los coleccionistas privados» revalorizándoles sus inversiones en el San Pío V otra, del mismo signo pero municipal, desdeñe un convenio mucho más presentable en esta misma materia por cuanto se lo brinda una entidad sin ánimo de lucro. Una entidad que concede el mayor premio de pintura de España y no pretende, como otros, que le certifiquen que un cuadro de autor y procedencia desconocidos es un goya, en un tiempo en que hasta a los Benlliure les han colado benlliures de pega. O todos moros o todos cristianos.

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