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Hoy ya sí. Hoy ya podéis contar lo mucho que queréis a quien está a vuestro lado. Enhorabuena. Y espero que lo hagáis a través de todo tipo de redes y con toda clase de detalles. Faltaría más. Lo contrario sería una decepción absoluta. Que no falten frases que exalten el amor, eso sí . Nos os cortéis, cuanto más almibaradas sean, más boquiabiertos nos dejarán a los que os leamos. Qué prosa, qué facilidad para conmover con palabras. Os aconsejo que recurráis a algún manual de declaraciones exprés para encontrar la sentencia más bella, la que más impacte, la que todos desearíamos que alguien nos dijese tal día como hoy. Hoy sí. Se ha levantado la veda. Hoy podéis exhibir regalos, lugares a los que acudís con vuestra pareja, celebraciones de cualquier índole. Hoy ya tenéis permiso para mostrar lo queráis: amaneceres, atardeceres, detalles que parecen casuales aunque no lo son tanto, regalos espectaculares, instantáneas con la mascota ideal, viajes a lugares asombrosos, flores colocadas en jarrones de diseño, pares de calcetines que se hacen arrumacos en el sofá y que dan bien en cámara. Todo eso. Eso que nos hemos acostumbrado a ver en múltiples soportes. Es un signo distintivo de nuestros tiempos, esa ostentación del buenrollismo, de la felicidad plena, del enamoramiento. Salvo un día: ayer. Ayer no estaba bien contar lo maravillosa que resulta la vida marital, lo excitante que puede ser compartir el día a día con alguien a tu lado, lo estimulantes que son los despertares en buena compañía. Ayer cambiaron las tornas. Ayer tocaba renegar. ¿San Valentín? ¿Qué invento es ese? Ayer aquellos que otros días no encuentran problema en seguirle el juego al capitalismo, al consumismo y a cualquier ismo que se les ponga por delante se hacían los estupendos para proclamar (en las redes) que a ellos el día de los enamorados ni les iba ni les venía, y que nadie les debía decir cuándo tienen que celebrar su amor. Ni eso ni nada.

No seré yo quien a estas alturas vaya a reivindicar al tan San Valentín, que, por cierto, siempre que se nombra a mí me viene a la mente la matanza que ordenó Al Capone contra los miembros de la banda de North Side Gang, en lugar de cualquier cosa que tenga que ver con corazones o flechas de Cupido. Pero eso será que yo tengo una tara. No es ese el tema. No puede dejar de asombrarme cuando leo o escucho a personas renegar contra lo comercial en una fecha en concreto. Y luego caer rendido ante lo comercial en los 361 días restantes.

Somos la sociedad de la contradicción, eso no me lo van a negar. Vivimos desdiciéndonos, contradiciéndonos, dejándonos en evidencia. Ocurre todo a tal velocidad y recibimos tal cantidad de consignas que es complicado ser coherente y tener un discurso que se mantenga con solidez en cualquier momento. Nos resulta imposible no caer en la incoherencia y una vez dentro sorteamos los disparates. Hoy sí. Ayer no. Mañana tal vez.

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