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PITOS MIEDOSOS

PITOS MIEDOSOS

JOSÉ MARTÍ

Martes, 24 de octubre 2017, 10:49

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Desconfíen de quien dice que nunca tiene miedo. Mienten. Sobre todo a sí mismos. Todos tenemos miedo a algo, aunque solo sea a la muerte, pero hay que saber convivir con él y tratar de disiparlo de la mejor manera posible. También hay miedo en el fútbol, incluso pánico. En los jugadores del Levante, por ejemplo. Les ha aparecido de pronto, sin motivo alguno. En la jornada nueve, con once puntos y en mitad de la tabla no debería haber razón aparente para tanto temor. Ni siquiera aun teniendo la certeza de que uno de ellos caerá lesionado a lo largo del partido. Muñiz lo achaca a la inexperiencia de una plantilla joven. Pues ahí tiene trabajo. Su misión es relajar el ambiente, quitarles peso de encima. En las primeras jornadas salían al campo desinhibidos, con atrevimiento, sin nada que perder. Olvidando cálculos. Ahora salen cargados de responsabilidad y tensión, sin voluntad de crear, pensando solo en aguantar atrás y capear el temporal de la mejor manera posible. Y ahí Muñiz parece Freedy Krueger sembrando el pánico con su alineación, lanzando un mensaje de desconfianza hacia sus jugadores con un planteamiento inicial miedoso, sabedor de que los delanteros no van a marcar y aparcando a los jugones. Ya lo dijo Rexach: "para jugar al fútbol no se puede sufrir; lo que se hace sufriendo no puede salir bien". Los jugadores deberían salir al campo a divertirse y no a apretar los dientes. Como sigan así dejarán de escuchar 'Despacito' en el vestuario para pasar al 'Ansiedad, de tenerte en mis brazos', el clásico de Nat King Cole. Es cierto que el tan valenciano runrún de la grada tampoco ayuda. Un Orriols inquieto transmite nervios al futbolista. Aunque en muchas ocasiones resulta difícil permanecer impasible en el asiento, ajenos a lo que vemos. No podemos hacer como en las películas americanas, sentarnos en el porche de casa de la granja familiar y contemplar nuestra decadencia mientras bebemos con suavidad nuestra zarzaparrilla y la hamaca crepita. Pero de ahí a abroncar a las primeras de cambio va un abismo. Somos el Levante. El sufrimiento es innato a nuestra esencia. El granota debe animar y estar con el equipo hasta el final. Tenemos que ser como Sócrates, incapaz de oponerse a su condena injusta a beber cicuta, cuando le dijo a Critón: "Ir contra las leyes es destruir la ciudad ¿cómo voy yo a destruir la ciudad y la sociedad que he creado?". No podemos pitar a los nuestros por fallar dos pases (o siete) en pleno partido porque sería tirar piedras a nuestro tejado, escupir al escudo. Jamás. Somos del Levante con todas sus consecuencias. Si falla el pase, se le aplaude para que siga intentándolo y acierte el próximo. Y el que no asuma quiénes somos, ignora de dónde venimos y ni siquiera sabe adónde vamos. Ni es granota ni es nada. O si.

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