Pienso, luego estorbo
CARMEN VELASCO
Sábado, 24 de febrero 2018, 10:51
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CARMEN VELASCO
Sábado, 24 de febrero 2018, 10:51
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No lean 'Lolita' (1955), de Vladimir Nabokov, ni 'Fariña' (2015), de Nacho Carretero; no observen el lienzo 'Teresa soñando' (1938), de Balthus; no vean ninguna de las películas de Woody Allen; y no escuchen música de letras incendiarias, ya sean de Valtonyc o de Def con Dos, pero tampoco se queden de brazos cruzados y, si tienen fuego a mano, quemen los cuentos tradicionales infantiles. La mirada censora se vale ahora de nuevos aliados, como el puritanismo y la corrección política, para resultar más perversa. Sus víctimas no son las autoridades, sino las editoriales, los escritores, los fotógrafos, las ferias de arte, los museos y, de forma colateral, los ciudadanos. Al ser humano le gusta prohibir y a los políticos tener controlados a los habitantes. Así lo reflejó Ray Bradbury en la novela 'Fahrenheit 451' (1953), cuyo mensaje sigue vigente. La cultura existe para agitar la reflexión, aunque duela e incomode. Lo resumió Forges en una viñeta: Pienso, luego estorbo.
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