Borrar

PATRIOTISMO

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 24 de mayo 2018, 10:11

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Me viene a la memoria esa secuencia de 'El último tango en París' en la que Marlon Brando está jabonando a María Schneider en una bañera... Ella le explica que se ha enamorado de un hombre. ¿Y cómo es él?, le pregunta Brando en plan Perales. «Pues como todo el mundo y a la vez diferente», contesta ella. «O sea, como todo el mundo», replica él. Eso es exactamente lo que pienso yo de mi país, que es como todos los países, pero a la vez diferente. O sea, como todos los países. Igual de terrible y maravilloso, pero con sus peculiaridades. Y una de ellas es ese complejo de identidad que tan absurdo les resulta a los que nos ven desde fuera. España, para algunos de sus ciudadanos, es una palabra maldita, innombrable. Y español (la nacionalidad que figura en su pasaporte), un auténtico insulto. Hay gente que preferiría mil veces ser francesa o alemana antes que española, como si Francia y no digamos Alemania (con su reciente Holocausto) no fueran países con tantos o más motivos de los que avergonzarse... Pero así somos.

Ahora viene Albert Rivera con su patriotismo civil y, qué quieren, a mí me suena al rancio patrioterismo de siempre. En una reciente entrevista radiofónica comprobé cómo a Rivera se le llenaba la boca con las palabras España y españoles. Las repitió tanto que aquello me olió a estrategia electoral. Y si no lo es, peor aún, porque entonces se trata de un tic, de una enfermedad. Como si para combatir el sarampión del catalanismo hubiera que contraer la varicela del españolismo... ¿Hay vida inteligente en el planeta de la política?, me pregunto. ¿Hay alguien ahí dispuesto a aceptar su nacionalidad con naturalidad, sin altivez ni sonrojo?

Aquí me acuerdo del viejo chiste del vasco que va a una barbería... «¿Le afeito con jabón o sin jabón?», pregunta el barbero. «Sin jabón -responde él tajante-, que para eso soy de Bilbao». Hasta que en el fragor del afeitado el recio bilbaíno empieza a sangrar y suplica: «¿Un poco de jabón no me pondría? Es que, verá, no soy del mismo, mismo Bilbao». Igual me pasa a mí con el patriotismo. No tengo problema en considerarme vasca y española. Ahora bien, si para eso hay que llegar a hacer sangre, va a ser que no soy del mismo, mismo centro de ninguno de los dos sitios.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios