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Patricia Highsmith no engaña. Las mujeres de 'Pequeños cuentos misóginos' se visten de tópicos y clichés: la paridora (para quien el matrimonio «significa hijos -hasta 17-, crear un hogar y levantar la moral a su marido»), el ama de casa de clase media (que acude a una reunión de Women's Lib, «uno de esos estúpidos movimientos de protesta sobre los cuales les gusta escribir a los periodistas para llenar sus páginas»), la ñoña, la perfecta señorita, la coqueta, la víctima... Lo importante en estos personajes radica en su capacidad para ser crueles, cometer crímenes perfectos y servir a la maldad. Lo mejor de 'Pequeños cuentos misóginos', incluidos en la reciente compilación 'Relatos' (Anagrama), es que las asesinas no son nuestras amigas ni familiares ni nos gobiernan, sino que son literatura. La escritora estadounidense, de la que hoy se cumplen 23 años de su muerte, no pasa la prueba de la corrección política, que a veces da más miedo que la peor ficción, ni falta que le hace.

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