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Paisajes amenazados

CUARTO MENGUANTE ·

Con la bacteria de la Xylella peligran bancales que también atraen a los turistas

Vicente Lladró

Domingo, 3 de septiembre 2017, 09:53

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El avance de la enfermedad de la Xylella no representa sólo un problema agrícola sino una gran preocupación por preservar valiosos paisajes que atraen visitantes que se dejan su dinero. Es más, en muchas zonas es mucho mayor este aspecto turístico que el agronómico. ¿Qué rendimiento importa más al dueño de unos cuantos almendros y olivos de secano, el exiguo fruto de los mismos o lo que le dan a ganar los turistas que acuden a su casa rural-restaurante, atraídos por la agreste belleza de los campos abancalados con muros de piedra?

Los alcaldes de siete pueblos de La Marina (El Castell de Guadalest, Benimantell, Confrides, Polop, Beniardá, Benifato y Bolulla) han pedido a la Conselleria de Agricultura que suspenda «de inmediato» las medidas de «erradicación masiva» de árboles infectados por la bacteria o que pudieran infectarse a su alrededor, lo que afecta a esos municipios del Valle de Guadalest y a otros que puedan verse en lo mismo. En todos ellos comienzan a temer lo que supondría quedarse en medio de un área devastada, desértica. Les acarrearía de un gran quebranto económico, puesto que ya no iría casi nadie por allí, donde se vive mucho más del turismo que de otra cosa.

Los nórdicos que acuden cada mes de enero a extasiarse con los sorprendentes valles de almendros que estallan en flor dejarían de acudir si no quedaran almendros, y los alcaldes han levantado la voz para mostrar que, junto a sus vecinos, se oponen a la política emprendida de tierra quemada. ¿Para qué, - se preguntan- si no se va a erradicar la dolencia? Cualquiera conoce allí, y en otros muchos sitios, que los síntomas que ahora delatan ese mal ya eran bien conocidos de atrás. Por tanto no tiene sentido eliminarlo todo por sistema, porque además de imponer una absurda desertización, no serviría para contener el avance del mal, quizá ya extendido.

Los argumentos paisajísticos, medioambientales y turísticos vienen a poner sobre el tapete cuestiones que no se plantearon en el inicio de esta cuestión, si bien ya se dieron desde el principio en Italia y, desde luego, en Baleares, donde se adoptó la estrategia de la contención, no la erradicación. Los alcaldes y vecinos afectados o alertados conocen que las normativas al respecto se han de cumplir, y no lo rechazan, pero también saben que hay dos formas de actuar: erradicar la enfermedad o tratar de ir conteniéndola, y sostienen que la primera no tiene ya sentido y supondría añadir males mayores, mientras que la segunda implicaría «convivir con la plaga».

Mientras que la Xylella parece haberse tomado unas sorprendentes vacaciones veraniegas (ahora saldrán análisis paralizados), los alcaldes apuntan de paso dos aspectos vitales pendientes: hay que dar seguridad jurídica a los afectados, y sobre todo hay que indemnizarles con justicia, sin racanería, aspecto sobre el que aún no se ha decidido nada. Hubo una sorprendente urgencia por empezar a arrancar cuanto antes y luego se paró todo.

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