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Paisaje de invierno

Mientras el nacionalismo catalán sigue avergonzando en Europa, el pacto que se busca en Alemania debería ser un ejemplo para España

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Domingo, 11 de febrero 2018, 12:12

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Imposible acercarse con aire de novedad al conflicto catalán. Ya se han explotado las comparaciones con la ópera bufa, con el vodevil de puertas y carreras, con el esperpento de Valle Inclán y el camarote de los Hermanos Marx. La pereza de abordar lo consabido pesa y tienta buscar otro tema para no estropear un domingo frío de febrero.

Pero todavía hay algo, allá dentro, que dice que comparar al prófugo de Waterloo con Gandhi y Mandela es una imbecilidad tan honda, tan esencial, que empuja al nacionalismo a explicar el paseo de Himmler por Montserrat en busca de no sé qué reliquia liberadora. De modo que hay que ponerse, hay que escribir al menos una vez al mes, para comprobar, con decepción, que no hemos adelantado, que estamos como en septiembre de 2017. O en realidad como en septiembre de 1917, con el catalanismo empecinado en torcerle la suerte a España usando y abusando de las técnicas de manual para el golpe de estado sin pistolas. Decididos a seguir y a sostener la farsa de un presidente de la republica catalana en el exilio pagado.

No hay solución al problema catalán, concluimos, pesimistas, el 31 de enero, en el Aula LAS PROVINCIAS. Aunque lo más desesperante es comprobar que nuestra única esperanza -que se den cuenta del ridículo que están haciendo, ya que no ven el daño- tampoco llega a cuajar: se les pone delante el chiste de un imitador de Napoleón que alquila una casa en Waterloo y ellos salen -arriba con el delirio- con que el chalado del mocho en la cabeza es Nelson Mandela. El recurso final, el despatarre de un cómico que se inventa una anti-Cataluña con bandera y banda de música, no es ficción, sino una realidad puesta en escena por Boadella, el bufón que si quiere llegará al poder.

Aunque lo más triste, quizá, es reafirmar nuestra propia inacción, la aparente parálisis del Estado, la falta de pulso en el Partido Popular, que se ha puesto a temblar ante la lógica crecida de Ciudadanos y el regodeo del socialismo, que espera poder crecer sobre el desgaste de los dos... ofreciendo, que ya tiene su mérito, algo tan seductor como una ley que legitime la eutanasia. Era, seguro estoy, lo que millones de viejales estábamos esperando. La España de las pensiones congeladas, los ambulatorios cargados de tos y las largas listas de espera no desea otra cosa que una buena eutanasia y una exigente ley de respeto animal.

Mientras tanto, sesión tras sesión, página a página, Merkel y Schulz, los nuevos héroes de la política mundial, siguen dando un singular ejemplo de renuncia para llegar a un gobierno de coalición. El jueves ya tenían 167 páginas de acuerdo y apenas discrepaban en un modelo de contrato temporal y en la equiparación de la sanidad pública y la privada. Así, me parece a mí, se cumple con los mandatos electorales, se hace grande un país y se consolida Europa.

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