Borrar
Urgente Bertín Osborne y Taburete, entre los artistas de los Conciertos de Viveros 2024

un ruralismo contradictorio

ferran belda

Jueves, 14 de diciembre 2017, 14:34

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Mucho huerto urbano y mucha campaña 'De l'horta a la plaça i de la plaça als barris', pero si por una de aquellas a un particular se le ocurre coger las aceitunas de alguno de los 1.118 olivos que hay en la ciudad de Valencia para evitar que se pierdan y obtener algún provecho lo multan. Le imponen una sanción como la que le endilgaron a un agricultor cuando estaba vareando dos oliveras de la Cruz Cubierta con la ecológica intención de obtener unos cuantos litros de aceite de km. 0 de verdad. Pues me van a perdonar los concejales de Agricultura y Mercados, señores Consol Castillo y Carlos Galiana, pero más 'de la plaça al barri' que lo que pretendía hacer este hombre habrá pocas cosas en el manual del buen ecologista. Al margen de que si en lugar de dedicarse a organizar eventos alimentarios y a amenazar con crear organismos prescindibles, se documentaran acerca de qué hacen otras poblaciones valencianas a este respecto sabrían que este señor no estaba haciendo nada del otro jueves. En Segorbe es la colla municipal la que se encarga de recoger la cosecha de los 70 aceitunos existentes en el casco urbano para embotellar el aceite y regalárselo a los visitantes ilustres o destinar el importe de su venta a incrementar la partida de servicios sociales. Lo que no tiene lógica alguna es que el mismo partido, Compromís, que echó al responsable del departamento de árboles monumentales de la Diputación de Valencia, Bernabé Moya, por negarse a justificar un descabellado proyecto tendente a plantar hortalizas en los alcorques callejeros penalice a este espontáneo aceitunero, ya que, a fin de cuentas, estaba practicando una modalidad de agricultura urbana mucho más productiva y razonable que la que pretendían implantar sus camaradas de la corporación provincial. Varear un olivo para liberarlo de su carga no es malo, en cualquier caso. En ciertos puntos es incluso recomendable por higiene y seguridad. Lo malo, por peligroso, es desentenderse de los árboles, como ocurre en Xàtiva, donde desde que mi tío José Mª dejó de administrar el castillo y pasó a depender del ayuntamiento no hay nadie que se ocupe de los centenares de algarrobos, almendros y olivos que pueblan la falda de la fortaleza y el día menos pensado arderán como una falla. Explotar directamente esta riqueza agrourbana, como hacen en Segorbe; adjudicarla por concurso o simplemente cederla a aquellos vecinos que se quieran beneficiar de ella a cambio de comprometerse a cuidar 'su' olivar es algo que aún no ha entrado en el magín de nuestras autoridades. Con la de reuniones en comisión, en junta de gobierno o en pleno que destinan a pensar. Pero está visto que es más fácil comprometerse a «definir qué relación va a tener la ciudad de Valencia con la huerta» (¡!), como anunció Galiana. O dolerse de que se importen productos de la Conchinchina y los de aquí «no se puedan vender o se abandonen», como dijo Ribó.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios