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Urgente Mueren una mujer y un hombre en Asturias arrastrados por el oleaje

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La foto conviene verla en plena juventud por lo que tiene de simbólica. Se graba en nuestra memoria para siempre si la cazas cuando joven. Valle-Inclán, tumbado sobre la cama pero vestido, alargado como ciprés recién derribado por unos hachazos insensatos, muestra la suela de sus zapatos de manera involuntaria y ahí observamos unos tristes agujeros que, lejos de empequeñecer al personaje, adquieren categoría de medallas conseguidas tras patear garitos de tertulias ásperas y callejones gatunos justo antes de amanecer. Si uno de nuestros mejores prosistas, si el emperador de la golfemia, mostraba semejantes cicatrices en las suelas de sus zapatos esto sólo evidenciaba el drama de los escritores en España. Pero aunque algunos se instalen en el dramón de folletín barato, las cosas han cambiado una barbaridad. Al actual ministro de cultura Màxim Huerta las indiscretas cámaras le descubrieron la etiqueta del precio pegada contra las suelas de sus zapatos nuevos mientras tomaba posesión del cargo junto a sus compañeros. Al menos el teleobjetivo no ha podido destripar el precio. Constatamos, pues, que en el gremio cultural no todos siguen calzando los zapatones desmochados que reflejaban la falta de aprecio hacia la cultura en nuestra tierra. Al ministro Huerta le han reflotado unos cuantos tuits de provocación urgente porque el pasado de red social suele retornar indiscreto y bellaco. Sin embargo, desde esos zapatos relucientes, mandó un par de guiños a Blaise Cendras y a Malraux. ¿Acaso tendremos un ministro de cultura afrancesado? Ya me conformaría si logra convertir nuestra cultura en un motor industrial como en Francia. Valle-Inclán y Blaise Cendras, curiosa coincidencia, lucían perfil de manco debido a su azarosa vida y destacaban por su talento literario. En cuanto a zapatos gana el ministro.

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