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Ayer, después de desayunar un café con leche y unas tostadas en el bar de Paco, emprendí una larga caminata de un par de horas por 'la ruta del colesterol'. En los pueblos, la vida es maravillosa. El móvil, también por salud, lo apagué y lo dejé en casa. A la vuelta, tras hacer mis ejercicios de abdominales, lo encendí. De inmediato empezó a hervir. Un buen amigo me felicitaba por el artículo de la visita del Valencia a Arabia Saudí. Fue la excepción. El resto de mensajes vomitaban -utilizo la forma verbal de uno de los calificativos recibidos- improperios contra la información. El guión previsto. Insisto, el Valencia se prestó a una pachanga vergonzosa y vergonzante. Por un puñado de petrodólares -medio millón de euros- y ante un equipo plagado de venerables 'ancianos' exfutbolistas (que igual cobraron más que el Valencia por estar allí). Arabia Saudí es uno de los países donde los derechos humanos caben en un pos-it. Un país que ha comprado a los mandamases del fútbol español (léase Tebas) y entre ellos al Levante. Por un patrocinador y un par de millones el club que preside Quico Catalán se trajo a Fahad, un futbolista que no da el nivel ni de lejos. El club granota, como el Valencia, también ha hecho caja en un país anoréxico de libertades. De la misma manera que el Rayo Vallecano, el que luce la bandera del arco iris en su histórica franja mientras a los homosexuales los matan en Arabia Saudí por su condición sexual. A este carro también se puede sumar el Villarreal. Y el Leganés, el Sporting, el Numancia...

El fútbol se ha vendido al mejor postor, venga el dinero de donde venga. Lo que manda Javier Tebas va a misa. Y mientras esto pasa, la resucitada televisión Valenciana -ahora bajo el nombre de À Punt- elige para la historia a una mujer con burka como la primera imagen de las retransmisiones en su nueva etapa. El Consell ha hecho de las políticas de igualdad una bandera. La vicepresidenta, Mónica Oltra, se reunió recientemente con las hermanas Muzychuk, las campeonas de ajedrez que se negaron a jugar en Arabia Saudí por tener que cubrir su cabeza. Oltra las puso como ejemplo ante una sociedad que a las primeras de cambio ha visto como la televisión pública valenciana patrocina el machismo. La directora del Instituto de la Mujer, María Such, argumentó que no había visto el encuentro y que por eso no se podía pronunciar. Razón de peso para la que no sabe qué decir. Si se ha leído el último informe de Amnistía Internacional sobre Arabia Saudí no le hará falta ver ningún partido de fútbol. El problema quizá sea que nuestros políticos le tienen mucho miedo al Valencia y quizá haya una orden de no meter el balón en las urnas con el fin de asegurar la poltrona. No todo vale.

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