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Urgente Bertín Osborne y Taburete, entre los artistas de los Conciertos de Viveros 2024

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La dictadura del fútbol invita a escribir sobre si hay que pagar o no 40 millones por Guedes. O de las lágrimas de Medrán, asunto que me guardo para una futura columna. Incluso del Real Madrid y sus beneficios arbitrales. Me niego. Hoy me apetece escribir del femenino del Claret, un equipo que estos días juega una fase de ascenso a la máxima categoría del baloncesto. Un club que si lograra el imposible casi seguro que tendría que renunciar a la plaza. Un colectivo que pese al éxito de esta temporada todavía no sabe si podría seguir la que viene en la división de plata y si dispone de un pabellón en el que poder jugar. Las chicas del Valencia Basket tienen un importante respaldo económico detrás. Las jugadoras del Claret por no tener no disfrutan ni de unos euros por jugar a nivel profesional. Un modelo no es mejor que otro, es sólo la realidad. El colegio Claret es una de las canteras de baloncesto más importantes en la ciudad de Valencia. Sobrevivir en una categoría profesional con un presupuesto más que ajustado es épico. Lo de clasificarse para una fase de ascenso, un milagro. La realidad que vive el Claret es la peste que ha sufrido el deporte en la ciudad de Valencia, especialmente el femenino aunque luego los políticos empalaguen con la cantinela de la igualdad. Valencia tenía a los dos mejores equipos de la historia del balonmano femenino español. Sus éxitos se diluyeron de la misma manera que el apoyo institucional. Hoy, sólo el Canyamelar Valencia mantiene viva una llama bastante alejada de los triunfos pasados. Ya tiene bastante el Canyamelar con comparecer cada año y salvar la categoría. El baloncesto femenino fue santo y seña en esta ciudad. Con un equipo que llegó a ser Campeón de Europa. Todo aquello se esfumó y sólo el mecenazgo de Juan Roig hará posible volver a la máxima categoría y reeditar laureles de antaño. Nuestros políticos y políticas están más preocupados de la desaparición de las azafatas de los podios que de ayudar de verdad al deporte femenino. Es cierto que la diputada provincial de Deportes, Isabel García, es de las pocas que tira del carro para impulsar esa visibilidad. Otras, y pongo el caso de la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, son más de posar para la foto que de apoyar realmente las causas. Tanto se llenó la boca para reclamar que el derbi femenino de la ciudad se jugara en Mestalla que al final se le olvidó pasar por Paterna a ver el partido. Mientras todo esto pasa, el Claret seguirá hoy en su lucha -ayer ganó- para ascender de categoría aunque al final, si lo consigue, será casi imposible dar el salto por la falta de apoyos. Las políticas de igualdad muchas veces sólo forman parte de un eslogan electoral. Menos mal que la iniciativa privada tiene todavía el orgullo de sostener a una parte del deporte valenciano.

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