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El Valencia finiquitó a Luis Cervera horas antes de reunirse con el Ayuntamiento para tratar de ganar tiempo en los plazos del nuevo Mestalla. Anil Murthy llamó al hasta entonces director general de Operaciones y le dio boleto. «Te ha tocado», le vino a decir como en su día Amadeo Salvo despachó a Pizzi por orden directa de Peter Lim. Así se las gasta Meriton. Cervera era uno de los encargados de gestionar el proyecto del futuro estadio del Valencia y se vio sin despacho minutos antes de que se reactivara el tema, aunque fuera de postizo. El ejecutivo entró en la maniobra de limpieza en forma de despidos que inició Meriton para terminar de dominar el cotarro. Murthy no quiere a su lado a gente que pueda saber más que él. La maniobra es lógica en una renovación de cargos, suele pasar en todas las empresas. Cervera fue despedido el 11 de octubre y el 29 de noviembre se anunció su incorporación al Levante Unión Deportiva como responsable de Operaciones y Proyectos. Entre sus manos queda la responsabilidad de impulsar la construcción de la nueva ciudad deportiva de Nazaret, ver qué usos se le da a Buñol, las siguientes fase de la remodelación del Ciutat, los contratos de televisión y el equilibrio en la cantera y secciones deportivas. Cervera aterriza con galones. La lectura del nombramiento, tomado en un consejo previo al partido de vuelta de Copa ante el Girona, permite además una análisis más a largo plazo. El actual presidente, Quico Catalán, que siempre lleva su reloj de pulsera media hora adelantado para hacer presente el futuro, tiene fecha de caducidad en el cargo. Como hombre de palabra dejará el sillón en diciembre de 2019. Ni antes ni después. Llegó para sanear el club y ha cumplido. El problema no resuelto del Levante es el nombre del sucesor. Catalán es presidente y gestor. Es decir, nada se mueve en el club sin que cuente con su aprobación. Hay mandamases modelo dálmata de porcelana y hay otros que ostentan y actúan. Esto es un tiro al aire pero peores cazadores han cobrado pieza. En las manos de Cervera, con pasado valencianista, se ha puesto parte del futuro del club. Al menos, sus proyectos más importantes. No creo que el levantinismo acepte un presidente ausente de pedigrí granota pero quizá se esté sembrando parte del día después a Quico Catalán. Cervera tiene tiempo por delante para ganarse la credibilidad en su nuevo equipo. Está bien posicionado institucionalmente, tiene contactos y es un tipo discreto. En una nueva era la gestión puede estar en la sombra y buscar para el palco un rostro familiar para los granotas. El fútbol moderno es así y si no que le pregunten a un Valencia cada vez más huérfano de gente de la casa. Catalán siempre dijo que dejaría manos libres, algo extraño en alguien que lo tiene todo bajo control.

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