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Vasuralència en fallas

Vasuralència en fallas

Propongo el vocablo para aludir al estado deplorable en que queda Valencia; con el acento catalán del alcalde, para que el tipo se dé por aludido

esteban gonzález pons

Lunes, 12 de marzo 2018, 12:27

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El proyecto Libera, impulsado por la oenegé SEO/BirdLife y Ecoembes, otra organización sin ánimo de lucro que promueve el reciclaje, ha propuesto una nueva palabra en castellano: 'Basuraleza', para referirse a la basura que, desparramada por doquier, invade la naturaleza. Le atribuyen tres significados: 1, Residuos generados por el ser humano y abandonados en el medio ambiente. 2, Conjunto de elementos producidos por el hombre que alteran el equilibrio de los ecosistemas. 3, Agente del cambio global que afecta a las especies y espacios naturales. En definitiva, toda la suciedad que olvidamos cuando nadie nos vigila. El rastro de cacas que, como un rebaño de ovejas, dejamos de recuerdo por donde pasamos. Los desperdicios nos representan. Le toca hablar a la Academia y aceptar ese neologismo que sustituría al inglés 'littering'.

¿Son basuraleza, entonces, las esculturas de las rotondas? No, esa perversión es, simplemente, 'feísmo', expresión ya admitida como tendencia a valorar lo feo. Basuraleza serían los botes, bolsas de plástico, electrodomésticos, cables, váteres rotos, toallitas húmedas, chicles, condones, cápsulas de café, yo que sé qué, colmatando el paisaje por la desidia, malignidad o mala crianza de la gente en general. A los niños les decimos: «Deja el campo como quieras encontrarlo a tu vuelta». Pero no sirve de nada. Las playas en verano, los alrededores de las pistas de esquí en invierno, los espacios protegidos con mayor afluencia de excursionistas, cualquier rincón bucólico al alcance del gran público, se convierten, en seguida, en vertederos de restos de nuestras visitas. El ser humano es el ser guarro de la creación, más guarro aún que las palomas, que lo cagan todo. Los pocos lugares limpios que quedan en el planeta deberían ser sagrados, estar prohibidos a los más cerdos. Prohibidos, al menos, a los maleducados.

A los niños les decimos: «Deja el campo como dejarías tu casa». Ya. Pero, en realidad, ¿cómo tienen su casa nuestros vecinitos? O mejor, ¿cómo tiene el Ayuntamiento la casa de todos? Si, nuestra ciudad, está tan sucia que es imposible caminar, de un chaflán a otro, sin pisar una lata de cerveza arrugada o una plasta de perro, ¿cómo pedir que el parque del Turia o el bosque del Saler se libren? Y eso que aún no han empezado las Fallas.

Yo empleo el vocablo 'basuraleza'. Y, además, propongo otro: 'Vasuralencia', para aludir al estado deplorable en que queda Valencia, sumergida en un océano de basura, tras el botellón inmenso en que se han convertido las Fallas, y que demuestra la falta de respeto de muchedumbres y autoridades locales por la huerta y el mar. El 80% de la basuraleza que conquista nuestros fondos marinos proviene de descuidos en tierra firme. Quizá, incluso, sea más apropiado: 'Vasuralència', con el acento catalán del alcalde, para que el tipo se dé por aludido.

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