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Olor a madera de roble

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

Domingo, 22 de abril 2018, 13:45

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La llegada tardía de la primavera no ha impedido que podamos disfrutar del olor del azahar de los naranjos, del olor a romero o lavanda en los campos y del olor a tierra mojada. A estas olores deberíamos añadirles otras menos estacionales como el olor a madera de roble. En cualquiera de sus variantes porque lo importante no está en el tipo de roble, sino en la capacidad para detenerse, demorarse y pararse para oler los lenguajes de la naturaleza poco percibidos en la vida cotidiana.

Esta capacidad para percibir una realidad natural difícil de medir, cuantificar y catalogar es un bien escaso que se hizo presente hace unos días en un acto organizado por la Asociación Valenciana de Jóvenes Empresarios y el foro 'Empresa, Humanismo y Tecnología'. Una jornada dedicada a la relación entre las personas y los procesos de digitalización. A los ponentes no se les pidió que hablaran de las personas en general sino de los 'millennials', es decir, se les pidió que analizaran la relación entre la digitalización y las nuevas generaciones de jóvenes empresarios que son nativos digitales.

Se habló de estos jóvenes como 'estartaperos', un término que los describe a las mil maravillas porque han crecido al amparo de las nuevas tecnologías, en incubadoras universitarias o empresariales y en espacios llamados 'start-up'. La innovación empresarial está ligada a estos nichos tecnológicos de creatividad mal pagada donde se empieza, se comienza, se arranca, se levanta y se gestiona el talento. Parece ser que esta generación de 'estartaperos' y 'millennials' está generando una nueva cultura empresarial a la que todos debemos estar muy atentos porque el día menos pensado tenemos a un 'millennial' de jefe.

De ello nos advirtieron los ponentes cuando nos hablaron del reto de la digitalización en la banca y del fenómeno de la nueva generación millennials. De lo primero nos habló Luis Colorado quien nos presentó la campaña que el Banco de Santander ha puesto en marcha llamada 'Digilosofía'. De lo segundo nos habló Guido Stein quién ofreció un análisis generacional del nuevo mundo empresarial. Ambos coincidieron que el futuro de la digitalización y los cambios pasa por las personas. Aunque las plataformas, los logaritmos y las tecnologías cambien, la clave de la transformación digital de los negocios sigue estando en la singularidad de las personas. Por mucha omnicanalidad de los servicios bancarios, sin confianza interpersonal no hay negocio.

Ambos coincidieron en un dato importante: los millennials son una generación bien 'formada' pero no son la generación mejor 'educada'. Ojo a la diferencia porque estamos ante jóvenes que aprenden rápido pero no generan conocimiento: tienen capacidad de análisis, pero no piensan. Son impacientes y tienen ansiedad para ser aceptados, como si no concedieran valor al olor a madera de roble.

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