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Urgente La borrasca Nelson trae lluvias generalizas a Valencia este fin de semana

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Estoy conmocionado y nervioso. Cuando me sumerjo en el lecho para dormir del rutinario tirón me despierto varias veces alterado por sueños siniestros. No alcanzan el grado de pesadilla pero rezuman tanta angustia que me levanto para fumar un pitillo reparador. Y no me bebo un par de chupitos porque ya no tengo edad. Pero tranquilo todo el mundo, no me refiero a la fracasada huelga en Cataluña con ese puñado de falsos estudiantes colapsando el habitual quéhacer del personal. Ando caviloso tras chuparme en dos sesiones los trece capítulos de la primera temporada de 'The girlfriend experience'. Apenas veintiséis minutos cada episodio. Y cada minuto destila de un modo sutil una maldad, un morbo y una dinamita que me ha trastornado. Todo en tonos apagados, azulones. Todo muy minimalista. Todo muy exquisito. Narra la historia de una atractiva y brillante estudiante de Derecho, becaria/trepadora en un pomposo despacho de abogados, que descubre el universo de la prostitución de lujo y la ingente cantidad de dinero que se gana en esa industria. Y le gusta sentir el poder que mana de su actividad. Y contemplamos la miseria mental de los millonarios que compran sus servicios. Y dejan margen para nuestra imaginación y nuestras conclusiones porque la trama es concisa, precisa, afilada como un cuchillo jamonero y ese cuchillo, fino, letal y gélido, se introduce entre los pliegues de nuestro cerebro hasta causar una cicatriz que no sentía hace años. Y qué bueno degustar una obra capaz de atribularnos. Y lo tremendo es que la serie la protagoniza Riley Keough, la nieta de Elvis Aaron Presley, mi King. Por eso, cuando imagino qué pensaría su abuelo viendo la tremenda interpretación de su nietísima me sube la fiebre. Riley cuaja una actuación perfecta, soberbia. Y si el abuelo saliese de su tumba...

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