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NARANJITO III, A LA SELECCIÓN

ÁLVARO MOHORTE

Domingo, 24 de junio 2018, 11:09

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La verdad está en la anécdota. Sesudos volúmenes, pomposas filípicas o indignadas peroratas sueles servir para poco. Antes se destroza un argumento con un chiste malo que con una tesis doctoral. Un tuit de Trump la lía más gorda que todos los documentos de conclusiones de las cumbres del G7 de los últimos 10 años. El tropezón en el discurso se hace viral, mientras que la hora y media de exposición pasa al olvido. Así se las gasta la vida moderna, y quien lo probó... lo sabe.

En un mundo que quiere vivir entre manadas de unicornios que brincan entre arco iris, rodeando frases moñas motivadoras, autocomplacientes y bastante horteras, tienen que llegar unos dibujos animados para poner los puntos sobre las íes.

«Desde que el primer hombre dejó su cueva y conoció a un extraño con un lenguaje diferente y una nueva forma de mirar las cosas, la raza humana ha tenido un sueño: matarlo para no tener que aprender su lenguaje ni su nueva forma de mirar las cosas». Así lo clamaba Zapp Brannigan, comandante del Orden Democrático de Planetas en la espectacular serie cómica Futurama y paródico sosias del capital del Enterprise, James T. Kirk, en esa religión que es casi para algunos la ristra de aventuras galácticas que forman Star Trek.

Mientras nos mordemos las uñas hasta las falanges por la lamentable actuación de España frente a Irán, comentamos la desastrosa participación de Argentina frente a Croacia y aplaudimos la vikinga gallardía de Islandia, estamos enfangando en una guerra comercial que, pese a haber dado sólo los primeros pasos, ya ha demostrado ser una fina capa de hielo que bien puede romperse o bien puede llevarnos a un resbalón en el que lo único divertido serán los molinetes que hagamos con los brazos antes de pegarnos el gran costalazo.

EE UU ha impuesto aranceles a las importaciones extranjeras de acero y aluminio, la Unión Europea ha hecho lo propio con unos 200 productos que vienen de América. China, de fondo, mira y sonría, mientras mantiene el blindaje a su mercado contra unos y otro, a la vez que va por el mundo de chico bueno... mientras sitúa al cantamañanas de Kim Jong Un como si fuera un líder mundial en un 'eje del mal' que parece un capítulo de Navidad de las aventuras sesenteras de Batman (esas en las que tenía hasta pancheta y los efectos especiales daban más miedo por lo cutres que por lo efectivos).

Vivimos tiempos convulsos, la composición de un nuevo orden mundial en el que Rusia araña espacio, China mira sus cartas y pone cara de poker, Trump vende la cabra de ser el líder de una potencia hegemónica, los británicos se creen que aún son un imperio y en el club europeo todo es grandilocuencia alemana, numeritos italianos y 'grandeur' francesa un pelín apolillada. Así, no llegamos ni a cuartos.

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