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Sin miedo

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Miércoles, 2 de mayo 2018, 10:02

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Si algo está claro es que las mujeres hemos salido a la calle para quedarnos en ella. Libres. Esta revolución de empoderamiento, que ahora rebosa con la ilusión de ver un posible cambio social al final del túnel, se reinició, durante la dictadura, con «cuatro locas y putas» gritando en una plaza. Entre ellas estaba mi madre. No se llamaba Clara, ni la historia hablará de ella. Fue simplemente una mujer, como tantas otras, que convirtió de su casa un matriarcado y decidió no someterse nunca a la voluntad de un hombre. Los hubo. Hubo hombres en su vida. Tantos como le dio la gana. Tres hijas y un hijo. Y sólo dos manos y un bolsillo para tirarlos adelante. Fue tan independiente como señalada. Etiquetada. Incomprendida. Cuestionada. Para su sociedad era preferible el yugo de un varón a la soledad. Desamparada. Cuatro décadas más tarde continúa saliendo a esa rúa que tanto conoce. Que tanto ha pisado. Pero ya no está sola. Y lo hace para defender a sus hijas, nietas y amigas. A sus mujeres. Compañeras. A sí misma. Porque si algo ha demostrado este movimiento es que no es más que la unión de miles de mujeres hartas. Diversas. Y de hombres. Sin banderas políticas. Con tela morada. Sin ideologías macroeconómicas ni tintes ideológicos. La mayoría hemos sabido, más que pese, dejar nuestros credos para fundirnos en un sólo grito: «Basta». Basta a las desigualdades salariales. Al machismo estructural, la misoginia y los micromachismos. A la violencia de género, que lesiona y mata. Basta a los acosos, abusos y violaciones. Grupales, individuales o en grado de tentativa. Y a sus sentencias. Basta a cuestionarnos y criticarnos. A tener pánico. A sentirnos culpables. Y a que nos hagan culpables. Basta a la cosificación y a la maternidad obligatoria. Al lenguaje excluyente. A esas leyes que afirman «promover», «fomentar» e «impulsar» siempre en infinitivo y sin dotación presupuestaria. Ni voluntad política. Basta a los cuentos de princesas en los que un hercúleo hombre nos asiste. Ahora vamos a salvarnos nosotras. Juntas. SIN MIEDO.

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