Matraca independentista

El golpismo separatista empezó a desmoronarse con el encarcelamiento de los Jordis porque en todo movimiento político populista la propaganda es esencial. Como son fanáticos de la agitación y el adoctrinamiento no pueden detener esa labor de intoxicación ideológica ni cuando están en prisión. Los Jordis son los apóstoles mesiánicos de la independencia y Junqueras una especie de iluminado con lenguaje almibarado, un político que habla como un reverendo y actúa como un cobarde.

¿Y Puigdemont? El fugado expresidente de la Generalitat, como todo radical, es un personaje malcriado e impredecible cuya evolución personal e ideológica con total seguridad se detuvo drásticamente, un engendro sin demasiada formación, un mediocre que se creyó sus fantasías y que ha sido muy útil a los propagandistas y los agitadores. Los Jordis y el padre Junqueras le convencieron de que su destino era ser el patriarca del Estado catalán independiente. La falta de libertad provoca en ocasiones una clarividencia especial y en pocos días ese preso de Soto del Real ha comprendido que la matraca independentista es insoportable.