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El linchamiento de Arturo Valls

El linchamiento de Arturo Valls

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

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Miércoles, 7 de febrero 2018, 10:57

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El presentador valenciano Arturo Valls está siendo objeto estos días del ya clásico linchamiento en las redes sociales a cargo de las legiones de desfaenados sin fronteras, tuiteros compulsivos y aburridos existenciales que no tienen más oficio ni beneficio que intentar arruinar vidas y haciendas ajenas desde la barra de bar digital en la que viven cómodamente instalados sin hacer nada de provecho. ¿Qué pecado ha cometido? Pues no ser políticamente correcto, no sumarse el pasado sábado en la gala de los Goya a la moda, tendencia, ola, movimiento o como quieran llamarlo de apoyo a la reivindicación contra el acoso a las mujeres, secuela en España del famoso #MeToo surgido en Estados Unidos a raíz de las denuncias de varias actrices contra el productor Harvey Weinstein. Lo que dijo Arturo Valls (se puede consultar el vídeo completo de su minientrevista) es que él prefería que se hablara de otras cosas: «Creo que me gustaría que se hablara más de cine, que habláramos de cine y, en cualquier caso, de los problemas que tiene el cine. No me parece el escaparate para tratar otros temas. Me gustaría hablar de las películas, de los actores, del trabajo de los actores, quizás de lo que cuesta producir una película hoy en día en España, pero no marear con otros temas, porque al final se desvirtúan un poco los mensajes y los discursos. Creo que hay otros sitios para reivindicar ese tipo de cosas». No se puede equiparar esta declaración -irreprochable- con la reciente metedura de pata del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando al ser preguntado por Carlos Alsina acerca de la brecha salarial entre hombres y mujeres contesto con un ya famoso «no nos metamos en eso». En una entrevista sobre política, el jefe del Ejecutivo no puede intentar eludir así una pregunta que por otra parte tiene una respuesta obvia y es que cualquier diferencia salarial basada en el sexo del empleado es no sólo profundamente injusta sino completamente ilegal, por lo que debe ser perseguida y combatida. Pero así como Rajoy estuvo desafortunado en su no contestación. Arturo Valls vino a destacar lo que muchos ciudadanos piensan, aunque pocos se atrevan a decirlo para no sufrir un linchamiento similar, es decir, que la gala de los Goya no puede convertirse en un escenario de mítines políticos por más justas que sean algunas de las reivindicaciones o causas que desde allí se defiendan. El problema, no obstante, es que una vez más se demuestra que para algunos sectores, que a sí mismos se califican como progresistas, la libertad de expresión sólo es un derecho cuando lo que se expresa va en la dirección políticamente correcta. Pero cuando uno osa salirse de la hoja de ruta se expone a ser apartado, vilipendiado y hasta -como en el caso de Arturo Valls- tachado de machista.

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