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LOS INMIGRANTES IRREGULARES NO SON ASTRONAUTAS

LOS INMIGRANTES IRREGULARES NO SON ASTRONAUTAS

UNA PICA EN FLANDES ·

La política debe ser adulta, evitar universos paralelos, el síndrome del miembro fantasma y los autoengaños

esteban gonzález pons

Lunes, 18 de junio 2018, 11:44

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De pequeños, reducimos el mundo a juguetes, también pequeños, que lo representan y, así, nos parece que lo comprendemos, que queda a nuestro alcance, que lo podemos manipular. Mi fuerte Comansi o la familia Hogarín de mi hermana, en los 70, cumplían tal propósito de totalidad simplificada. Luego, el tiempo nos enseña que la vida funciona al revés, que, precisamente, es el mundo quien juega con nosotros. La aceptación del principio de los pies en el suelo resulta, pues, indispensable para pasar de la infancia a la madurez. Asumir que nadie habla el lenguaje de las flores o que los amigos invisibles no son recomendables, constituye un primer paso para ser mayor. Que las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen.

La política debe ser adulta, evitar los universos paralelos, el síndrome del miembro fantasma y los autoengaños. Los actos de los políticos siempre conllevan consecuencias efectivas para la gente, no pueden estar justificados por la ignorancia o el pensamiento mágico. En tiempos de posverdad, en que los hechos objetivos resultan relativos frente a las emociones, además, algunos gobernantes prefieren la publicidad a la legislación y las redes sociales a los presupuestos. El gobierno-anuncio de Sánchez hizo lo civilizado al ofrecer que el Aquarius, con 630 inmigrantes irregulares abordo, atracara en Valencia. Sin embargo, después, el espectáculo de las autoridades excitadas, dando la impresión de que no existen otros naúfragos en el Mediterráneo, y las proclamaciones inoportunas, justo cuando España abre los telediarios de Europa, de que se «humanizan» las fronteras europeas de Ceuta y Melilla y de que daremos sanidad universal a cualquiera que salte el estrecho, pueden provocar el conocido efecto llamada y que las mafias de traficantes de seres humanos tracen nuevas rutas hacia la península ibérica.

En los últimos días, tras el impacto mediático del Aquarius, 900 inmigrantes irregulares han cruzado el estrecho en pateras, en Andalucía se han tenido que habilitar tres polideportivos para acogerlos. A ellos, como a los 4.600 que llegaron y los 7.471 que rescató la Guardia Civil de las aguas, desde que empezó el año, ni los ha recibido ningún alcalde ni se les ha pedido el estatus de refugiados. No sirven para la propaganda. Son inmigrantes, sí, pero no inmigrantes famosos. Qué pena.

¿Qué se dice en Bruselas?, me preguntan. Después de lo que pasó en Grecia, Malta e Italia, allí no salen de su asombro ante un país del sur que se expone ingenuamente a ser incapaz de contener la presión de la inmigración irregular, como si Sánchez no supiera lo que ha ocurrido en Europa en los últimos cinco años, respondo. Y es verdad, no tiene ni idea del problema que podría estar creando. Es el precio de la foto. Los inmigrantes son personas, ni juguetes ni astronautas, dejadme que lo aclare.

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