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LA IGLESIA DEL PUERTO DE JÁVEA: UNA JOYA DEL SIGLO XX

JUAN ANTONIO RODRÍGUEZ ASESOR CULTURAL DE MUSEOS

Viernes, 11 de agosto 2017, 10:07

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Hace sólo un par de meses se celebró en la Parroquia del Mar de Jávea un acto conmemorativo por el 50 aniversario de la construcción de la Iglesia Nuestra Señora de Loreto, situada en el puerto, a escasos metros del mar. Fue un acto sencillo y emotivo que empezó con una misa solemne de acción de gracias presidida por el cardenal y arzobispo de Valencia, Don Antonio Cañizares, y en el que participaron numerosos feligreses, vecinos, turistas y sacerdotes.

La Iglesia realizada por el estudio de arquitectura GODB, formado por cuatro arquitectos: García Ordoñez, Dexeus Beatty; Bellot Porta y Herrero Cuesta y por el ingeniero Gómez Perretta, es una muestra de la vanguardia arquitectónica de la época y es una obra que se adelanta a la renovación estética que se desencadenara a partir del Concilio Vaticano II. El edificio -que se inauguró oficialmente el 3 de junio de 1967- es hoy uno de los principales atractivos turísticos de la localidad.

Se trata de una de las obras más relevantes de la arquitectura valenciana del siglo XX, quedó finalista en el Premio Nacional de Arquitectura en 1969 y ha sido citada y comentada en numerosas artículos de revistas de arquitectura de finales de los 60 y principios de los 70, tanto españolas como extrajeras. Por su estilo vanguardista e innovador, hay que tener en cuenta que se construyó en la década de los 60, hace ya medio siglo, se puede considerar como un antecedente de las obras de diversos arquitectos valencianos posteriores como Santiago Calatrava. Ya que son construcciones no sólo arquitectónicas, sino también esculturales monumentales, que evidencian las capacidades artísticas de sus creadores

Voy a detenerme en este artículo en un aspecto interesante de la arquitectura del templo: la iluminación. La preocupación por la búsqueda de una «caída de luz», propia de un lugar de recogimiento espiritual, hace que los arquitectos de GODB, especialmente García Ordóñez, experimente con las enseñanzas aprendidas en su época de estudiante junto a Fisac.

La entrada de la luz se produce a través de los lucernarios ubicados a lo largo de todo el remate superior de muro corrido que es el tempo, permitiendo que ésta resbale a través de las paredes. Para destacarla más se incorporo al hormigón pequeños fragmentos de cuarzo blanco.

La parte interior de la cubierta tiene forma de quilla de barco, muy apropiada, dada la ubicación de la parroquia, y consigue que la luz siga un recorrido desde su entrada hasta el centro mismo del espacio y baje desde la quilla hacia la zona de asientos de la congregación. Al final de la nave, y como destinatario de todo este juego de luces, se encuentra el altar sobreelevado coronado por un Cristo flotante colgado directamente de la estructura, propuesta increíblemente novedosa para la época, añadiendo mayor misterio por la caída de la luz sobre él y como única fuente de luz artificial, que reclama la atención de todo el que entra en la nave del templo, el sagrario, diseñado por el propio García Ordóñez. Un ejemplo de la creativa utilización de la iluminación es el que hace que se pase del Cristo material que preside la nave a un calvario virtual con la simple utilización de dos focos.

Invito desde aquí, a todos aquellos que no la conozcan, a visitar esta joya arquitectónica religiosa que sigue llamando la atención por su estilo vanguardista y avanzado, a pesar de que se construyó hace ya medio siglo.

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