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Urgente Vuelven a envenenar el ficus de la plaza de España

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Será la plúmbea actualidad política, el buen tiempo que asoma o la pura necesidad vital, pero casi todo invita a planear las vacaciones. No es una huida, sino una mejora del destino. A 20 días de que oficialmente el verano se instale en el calendario, es habitual que una compañera de trabajo, un conocido o un familiar nos pregunte por los proyectos estivales. Es ahora cuando el globo terráqueo se antoja una trampa: caeremos en algunas ciudades a sabiendas de que las urbes a las que nunca iremos tienden a infinito. No todas las personas ven en el atlas una suerte de posibilidades. Sólo sucede así para aquellas que sienten el deseo de estar en otro lugar y de irse lejos. No hay ningún tipo de superioridad en los ciudadanos que viajan y lo mismo es aplicable a los que leen. Ambas actividades entrañan la opción de elegir tu propia aventura, de dejar de ser una misma, de poner el cerebro en modo mute y de aplazar el presente.

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