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LA HUIDA

CARLOS PAJUELO

Sábado, 7 de octubre 2017, 11:15

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La noticia de la posible declaración de independencia de Cataluña con respecto del Estado español, ha generado reacciones múltiples, aunque yo aquí solo quiero referirme a una: la reacción económica.

Se sabe que esto de la economía no es moco de pavo y ya empiezan a oírse llamadas a la cordura. Están empezando.

Mientras la corte de Puigdemont se abalanza, cada día a primera hora, sobre los avisos judiciales para enterarse de lo que se les prohíbe y se lanzan de inmediato a desobedecer, presas de ardor, la economía sigue un camino diferente.

El dinero es cobarde y cuando huele riesgo tiende a cambiar de aires. En el caso de Cataluña ciertas entidades bancarias y de otros sectores han decidido cambiar su sede central-fiscal a otros lugares de la geografía española, por miedo a sufrir un deterioro de su valor y situarse fuera del paraguas europeo. Van saliendo de najas.

Pasen y vean la Bolsa. Los cambios son tan rápidos que uno piensa que esto ya estaba preparado con eso que se denomina un Plan B, una alternativa para el «por si acaso».

Aquellos que agitan banderas de uno u otro significado, aquellos que gritan a favor o en contra se han apresurado a preguntar por lo suyo. Las ventas de ansiolíticos suben «A Dios rogando y con el mazo dando». Una cosa es llevar banderas y gritar con los niños por delante y otra que te toquen «la guita».

Es la vida en todo su rigor. Y se hace cuerpo el refrán aquel de que «con las cosas de comer no se juega».

El rosario de las quejas ha empezado a llegar. Los hoteles, los restaurantes, las líneas aéreas, las compañías de cruceros han empezado a anular, a desviar puntos de destino e incluso hay compañías que ofrecen vuelos alternativos al tiempo de dejar caer que las manifestaciones pacificas pueden tornarse violentas.

La disminución inmediata de heridos en las cargas del día 1, la subida del precio por metro lineal de banderas de España y la llegada de vendedores ambulantes que, según el cliente, te ofrecen una estelada no le basta a Puigdemont. No amolla.

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