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LA HUERTA

Cap i casal ·

El proyecto de la ZAL del Puerto destapa las tareas pendientes del tripartito con la zona rural de Valencia

Paco Moreno

Valencia

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Lunes, 2 de octubre 2017, 09:47

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Imaginen una superficie equivalente a 77 campos de fútbol seguidos en lo que hace más de 20 años fue un paisaje de huerta trufado de alquerías. Y ahora vean una sucesión de naves industriales, con camiones y contenedores portuarios alrededor. Eso es la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) del puerto de Valencia. Y ese es el sapo que se ha tragado el gobierno tripartito para bendecir un plan de la Generalitat donde las únicas aportaciones (está por ver si serán estimadas) son una serie de carriles ciclistas, amén de varios recorridos peatonales. Faltaría más. Dentro de la vorágine soberanista en Cataluña y los serios problemas de gestión que padece el Ayuntamiento, ha pasado algo desapercibido el tramo final del proyecto pactado el pasado año entre el alcalde Joan Ribó y el presidente del Puerto, Aurelio Martínez, cuando el primero dio por imposible la recuperación de los terrenos.

El argumento del primer edil es de peso. La ZAL penetra más de un metro en el subsuelo de La Punta y consideró al pactar que su recuperación es inviable. Lo mismo que dijo este viernes la portavoz adjunta del gobierno municipal, María Oliver, quien sorprendentemente mantuvo el guión establecido. Pero entonces recuerdo lo que me contaba la representante de una de las 40 asociaciones que han alegado para revertir los terrenos y convertirlos de nuevo en huerta: «Antes de ser alcalde nos dijo que iba a eliminar la ZAL y le creímos». Eso es lo que más les escuece, por lo que termina con una sentencia: «Se lo recordaremos». Yo no entiendo de agricultura y desconozco si en la ZAL se pueden a volver plantar tomates, pero lo que sí sé es que a Compromís este asunto le pasará factura política. La pretensión de que el borde del polígono industrial tenga algo de cuidado con las edificaciones para evitar que las naves se 'caigan' encima de la huerta del entorno no será suficiente para calmar los ánimos.

Tampoco la petición de que se garantice la 'habitabilidad' de varias alquerías que se quedan dentro de la actuación, lo que ya se sabía. ¿Es qué van a recalificarlas para viviendas? Ya sería excesivo para unas asociaciones que en privado dicen con claridad una palabra: «Traición». Seguramente ha faltado algo más de pedagogía estos dos años de mandato con los antiguos propietarios, en el sentido de convencerlos de que recuperar el paisaje de su niñez era imposible. Pero es que aunque se hubiera hecho eso, tampoco habría sido suficiente. Justo enfrente de Mercavalencia, por ejemplo, se levantaba la antigua pedanía de San Antonio de Padua, machacada por el olvido pero viva con campos de cultivo y algunas alquerías. Todo aquello desapareció en favor de unas bases de contenedores y unos aparcamientos de camiones. Ahora, por cierto, sólo hay solares llenos de basura porque los depósitos están en otro lugar. Quiero decir que es gente que ha sufrido mucho desde hace años y no se fían de las promesas políticas.

Y con seguridad han sobrado lo que llamaría momentos escénicos, como montar un mercado de frutas y hortalizas en la plaza del Ayuntamiento un domingo o decorar algunas esquinas de la ciudad con tomates y berenjenas gigantes. Ambas cosas sirven para que el político de turno de Compromís se haga la foto y poco más. Si este Ayuntamiento quiere ayudar a la huerta, entonces debería preguntarse cuánto dinero ha destinado a las ayudas para rehabilitar alquerías o mejorar el alumbrado público de los caminos o sencillamente facilitar proyectos privados para que abrir una puerta en una casa en la huerta no suponga un papeleo de un año en todo tipo de ventanillas burocráticas. Me temo que de eso, de lo real y tangible, se ha hecho poco.

Guardo el último trozo del artículo para una petición que me llega. Dos de la madrugada, Travesía de Pescadores esquina calle Padre Luis Navarro. Un vídeo colgado en las redes sociales muestra a una joven (juraría que menor) acompañada por otra mujer, riéndose mientras de una furgoneta aparcada sale una música estruendosa. Parece que son rumbas y entre baile y baile un trago de ron a palo seco, directamente de la botella. Sí, es la zona cero del Cabanyal.

Hoy se pone en marcha el nuevo retén con el que la Policía Local quiere estar más cerca de los problemas. A la vista del vídeo citado, serán recibidos con fiesta y jaleo del bueno de madrugada. Algo hará estar en la misma zona del conflicto, aunque los miles de servicios realizados hasta ahora han servido de poco. Y los vecinos ya no pueden más con tanto ruidos nocturnos ni escándalos.

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