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UNA HISTORIA DEL VALENCIA (VI)

UNA HISTORIA DEL VALENCIA (VI)

El campo de Algirós, un solar de uso futbolístico desde 1906, fue el primer hogar del Valencia FC

JOSÉ RICARDO MARCH

Lunes, 23 de octubre 2017, 10:09

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Constituido el Valencia como club deportivo, sus dirigentes se toparon con la clásica dificultad experimentada por todos los equipos de fútbol de la ciudad hasta los años 20: la ausencia de un campo en el que asentarse de manera permanente. No era un problema menor. Con la desaparición a mitad de la década de los 10 de la Gran Pista de la Exposición, que había servido como recinto polideportivo y hogar para clubes como el Valencia de 1905 o el Hispania, los equipos de la ciudad se quedaron compuestos y sin campo. Algunos 'teams' encontraron en los Poblados Marítimos el espacio que necesitaban para jugar. Otros lo hallaron, con carácter provisional, en los solares todavía no edificados de la ciudad.

La peliaguda cuestión de la búsqueda de un trozo de terreno que pudiera reconvertirse en campo de 'foot-ball' preocupaba, y mucho, a Milego y Medina. Recordaban perfectamente cómo apenas un año atrás el Regional, un club con cierta pujanza, había solicitado ayuda económica a diversas sociedades deportivas y recreativas de Valencia para transformar el espacio en el que jugaban (situado tras los cuarteles de la Guardia Civil del camino de Algirós) en un verdadero campo de 'sports'. Aquel solar pertenecía a la familia Miquel, que había dado varios jugadores al primitivo Valencia, y venía siendo escenario intermitente de partidos de fútbol desde 1906. La respuesta recibida fue muy pobre y, aunque la directiva del Regional consiguió reunir 1500 pesetas, la familia Miquel decidió no aceptar la oferta y mantener el campo tal y como estaba: repleto de piedras y sin vallar.

Año y medio después Milego y Medina, ya al frente del nuevo Valencia, decidieron probar suerte por su cuenta. Resueltos a obtener el alquiler del solar, se dirigieron a Eugenio Miquel. Ya fuera por el recuerdo del Valencia de 1905 o por la solvencia económica de las familias de los muchachos, Miquel aceptó arrendarles el campo. Se estableció una cuota de cien pesetas al mes a nombre no de la entidad, sino de Milego y Medina, condición inexcusable para que el alquiler se llevara a cabo. Y así, por fin, todo pudo empezar a funcionar.

El primer partido del Valencia en Algirós se jugó el 25 de julio de 1919 contra el Gimnástico, que sería su máximo rival hasta bien entrados los años veinte, y acabó con empate a uno (con gol de Pepe Llovet). Los prohombres valencianistas, sin embargo, no estaban del todo satisfechos. A pesar del denodado esfuerzo de socios y jugadores, que dedicaron su tiempo libre a recoger piedras, alisar el campo y pintar las rayas de cal, aún faltaba realizar una gran inversión económica para dotar a Algirós de los elementos necesarios para albergar partidos oficiales: vallado, vestuarios y caseta arbitral. Fue entonces cuando Medina prestó las famosas 25.000 pesetas, todo un capital en la época, para que el club pudiera hacer frente a los gastos. El dinero facilitado por Medina permitió a la entidad completar el campo y dar al Valencia un salto importantísimo como club.

Para que nos hagamos una idea de la precariedad de medios de la época conviene recordar que Algirós fue, durante un par de años, el único estadio de fútbol de la ciudad, hecho que motivó, por ejemplo, que todos los partidos del Campeonato Regional de 1920 se disputaran allí. Era lógico: al ser el único espacio vallado para jugar al fútbol era la opción lógica para que los clubes ganaran dinero con sus partidos, que se convirtieron en una constante para alegría de la cada vez más numerosa afición al fútbol en Valencia. Por el campo, de reducidas dimensiones pero coqueto encanto, pasaron infinidad de equipos catalanes (los más a mano tanto por proximidad como por la amistad que unía a los sportmen y cronistas de aquí con los de allá), un par de escuadras de marineros ingleses y algún conjunto extranjero. La goleada conseguida contra el primero de ellos, el Cette francés (5-0), sirvió para demostrar que el Valencia iba en serio.

En 1923 Algirós acogió la primera eliminatoria copera disputada por el Valencia, un encuentro contra el poderoso Sporting de Gijón que se resolvió, en medio de un chaparrón, con victoria por la mínima (1-0). El estadio se llenó hasta las bandas. Fue la prueba definitiva que necesitaba el club para acelerar el traslado a un recinto propio, levantado ex profeso, más grande y cómodo que Algirós y solo a unos metros de este: Mestalla. El cambio de estadio, planteado ya meses atrás, se hizo efectivo a final de la temporada. Desde entonces Algirós quedó en la memoria valencianista como un espacio dotado de un halo de magia y mística. No en vano, fue el lugar en el que empezó todo.

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