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GRACIAS POR OTRO  CURSO QUE YA ACABA

GRACIAS POR OTRO CURSO QUE YA ACABA

PABLO ROVIRA DELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT

Miércoles, 20 de junio 2018, 11:03

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Notas de Selectividad... boletín de calificaciones del curso... fin de curso... recuperaciones... convocatoria de julio de la PAU... la diáspora de campamentos, viajes de inglés y escuelas de verano... Comienza el ritual que pone fin a un nuevo curso, cómo pasa ese tiempo que los niños miden en ligas de fútbol y la escuela en cursos. Llega la hora de hacer balance, de recoger cosecha y de algún que otro disgusto. Es el momento, también, de los agradecimientos.

Termina otro curso en el que hemos hablado de la ley de plurilingüismo, las aulas de dos años y la devolución judicial de algunos conciertos. Y de otras muchas cosas de la política y el profesorado. Pero lo cierto es que todas estas cosas no son el curso escolar, porque lo que ahora terminan son las clases, los deberes, los exámenes, los proyectos, memorizar vocabulario, buscar en Internet y las manualidades a las que tantos padres les dedican muchas horas. Toda la política educativa pasa a un segundo plano en cuanto llegan las notas, para los padres, y al total olvido para los escolares en cuanto roza su pie la primera piscina.

Las notas. Las calificaciones, desgraciadamente, se convierten en la vara de medir la Educación para los padres, esa intuición que nos lleva a pensar que un siete es mayor aprendizaje que un seis. Que nos llevan, más preciso, porque es el propio sistema el que ya de pequeñitos traduce a números el desempeño escolar. En este sentido, los padres reclamamos lo que nos reclamaron cuando niños y lo que nos dicen que reclamarán a nuestros hijos de mayores. A veces, si nos descuidamos durante el curso, corremos el riesgo de reducir la relación con nuestros hijos a una comunicación escolar, donde los deberes y las calificaciones son fuente de constante conflicto.

Termina el curso y es el momento de agradecer a los docentes su labor. A su cuidado hemos dejado a nuestros niños sobre los cuales encauzan su derecho a la Educación y lo hacen con la mayor profesionalidad que pueden, por norma general con todo el cariño del mundo y con los recursos que ponemos a su alcance. En estas fechas, es positivo que los padres expresemos este reconocimiento a quien es nuestro socio necesario en la tarea educadora, nuestro 'compinche' en esos mensajes encriptados en la agenda escolar, nuestro descubridor de nuevas facetas sociales de nuestros vástagos.

Ya desde hace años ese reconocimiento, en forma de regalo, es motivo de polémica entre los padres -y madres- y hierven estos días los grupos de whatsapps ¿Es necesario regalar algo a los profesores a final de curso? Sobre el asunto, todas las opciones me parecen defendibles, aunque los regalos colectivos, en éste y otros ámbitos, deslucen el mensaje individual y fuerzan por presión social las legítimas reticencias.

En mi opinión -una opinión más- los agradecimientos deben expresarse, hacerse explícitos. Y en el caso que nos ocupa, ser individuales, pues no nos gustaría que al preguntar al maestro sobre nuestros hijos nos contestaran con un resumen somero del conjunto de la clase. Que este agradecimiento cristalice en un regalo o en la parte alícuota del presente colectivo me parece secundario. Mucho más importante me parece que también forme parte el agradecimiento del niño, pues eso corresponde a la Educación en valores que tanto defendemos y en la Educación emocional de la que tanto se habla. Se ha impuesto que sentir gratitud o admiración nos hace de menos; es lo contrario. Animen, pues, a su hijo a expresar, como usted, las gracias a su tutor o tutora.

Pero no sólo a ellos. La Educación cada día es más una labor colectiva, no sólo donde el proyecto educativo ya se construye en un nivel de centro y no de aula, sino porque en la escuela están presente numerosos y variados profesionales que tienen contacto con los chicos y chicas. El responsable del outlet escolar de los objetos perdidos, la enfermera de fiebres y vómitos, los monitores del comedor que pasan con ellos casi el 40% de la jornada escolar, los orientadores, el logopeda, el gabinete psicopedagógico, los educadores de las actividades extraescolares, del equipo de fútbol, los profesores del conservatorio... Y tantos que en menor o mayor grado han tratado con nuestros hijos este curso y lo han hecho un poquito más bueno, feliz, autónomo y útil. Son muchos y los regalos nunca son suficientes, aunque yo tengo la fortuna de poder escribirlo aquí para que llegue a todos: gracias.

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