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GRACIAS A TODOS

KIKE MATEU

Miércoles, 23 de mayo 2018, 10:31

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No acabo de digerir que ya haya terminado la Liga. Es lo que tiene una temporada maravillosa: no quieres que termine. Pero acabó y me encantó la despedida. Un fin de fiesta de los jugadores con Mestalla sin injerencias institucionales ni humo por las esquinas. Solo un grupo de futbolistas agradecidos a una grada con la que bailaron al son del himno de la Champions. Solo un grupo de jugadores manteando a su entrenador tras un año lleno de trabajo, unión, esfuerzo y recompensa. Mundial para algunos, Liga de Campeones para todos. Especialmente emotivas las despedidas. O los conatos de despedida. Zaza se despidió con sus gestos aunque lo negó con palabras. Él sabe lo que hay y no perdió la oportunidad de agradecer a Mestalla el enorme hecho de devolverle al fútbol. El italiano había olvidado lo que era que una grada coreara su nombre y que una afición saltara con sus goles. El Valencia le rescató del frío invierno inglés para devolverle al sol del éxito. Su aportación en año y medio ha sido más que destacable y, aunque tenga contrato en vigor, su salida del césped tenía aroma de adiós y gracias para siempre. Para comparar, nada mejor que observar. Rodrigo también fue sustituido. Ni un gesto. Nadie sabría separar su cambio en la última jornada con un cambio en la jornada 23. Se marchó como si nada. Porque, nadie mejor que él sabe que su intención es seguir en Valencia. Curioso caso el de Rodrigo, criticado desde que llegó pero que nunca se quiso marchar. Menos ahora, que por fin su vida futbolística es completa. Qué gran activo para este club el hombre de la eterna peluca naranja. Marcelino le quiere, pero el mercado también. Ojalá se quede. Y luego está Guedes. No fue sustituido, no pudimos ver su -como mínimo- momentáneo adiós, y en la vuelta de honor a Mestalla anduvo solo aplaudiendo a cada rincón de la grada. No depende de él. Difícil estar en la piel de un chico de veinte años que es feliz en una ciudad, con unos compañeros, con un entrenador y cuyo futuro no depende de su voluntad. Los mundos de Mendes. Pero hubo más cosas. El interesante abrazo de Murillo con Marcelino, retoño en brazo; el de Zaza acto seguido con su entrenador. O la enorme ovación de Mestalla a Parejo cuando fue sustituido. Atrás quedó el desamor. Fue un final de liga como no se recuerdan pese a 'solo' terminar en cuarta posición. Quizá porque no hay reproche posible para un año que empezó como un tiro, que tuvo su momento estelar con la visita del Barça en Liga y que volvió a hacer soñar a la grada con una final de Copa. Qué cerca estuvo. El año que viene será diferente. Más difícil en lo deportivo, más fácil en los despachos. Del solar del verano pasado pasamos a un proyecto en construcción. Muchos seguirán y otros querrán venir. Qué más podemos decir. Gracias Marcelino. Gracias Alemany. Y a todos los que les rodean. Han devuelto la felicidad a una ciudad triste. No hay nada más grande.

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