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GENERACIÓN BAMBAS

Calzan zapatillas de deportes en lugar de zapatos porque dicen que es más cómodo. La comodidad lo explica todo

Pablo Salazar

Valencia

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Domingo, 8 de abril 2018, 08:48

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Experimento en el metro. Voy a comprobar qué tipo de calzado llevan los jóvenes, entendiendo por tales los de menos de 30 años, y partiendo de la base de que más o menos ya sé cuál va a ser el resultado (como esas comisiones de investigación de Les Corts que después de meses llegan a donde desde un principio pretendían hacerlo). Accedo al tren por el primer vagón, junto a la cabina del maquinista, y voy pasando por toda la unidad articulada de FGV fijándome en los pies de los viajeros, contando e intentando no pisar a nadie: zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatos, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, botas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas, zapatillas... No sigo para no cansarles y para no llenar todo el artículo con el recuento. Aproximadamente un 87% llevaban zapatillas de deporte, eso que mi tía Cristina habría llamado (un poco despectivamente, todo sea dicho) «las bambas», haciendo de la marca un genérico, como ocurría en mi época de estudiante con «los rotrings». El experimento ha confirmado lo que ya sabía, que los jóvenes, y las jóvenas, ya no calzan zapatos, que ahora van en zapatillas de deporte a todas partes, cuando van a hacer deporte y cuando no, en invierno y en verano (en verano, alternando con las chanclas), para salir de fiesta y para trabajar, en actos informales y en actos oficiales. Las hay de todos los colores, diseños, formatos, con tacón y sin tacón, con cordones que se atan y con cordones que no se atan pero que no se pisan, de diario y de gala, baratas, caras y súpercaras, low cost o de marca. Ya las llevan hasta los famosos en la alfombra roja, ellos y ellas. Según leo en El País, que recoge una información del Washington Post, la venta de zapatos de tacón en Estados Unidos cayó un 12% el año pasado, mientras que la de zapatillas de deporte de mujer aumentó un 37%. El diario español ilustra la noticia con dos fotografías de una modelo y una actriz con las inevitables zapatillas, que igual acaban convirtiéndose en otro símbolo de ese feminismo que también hace de no depilarse las axilas un signo de identidad y de reivindicación, lo cual no deja de asombrarme. Pero ¿existe alguna razón que explique, más allá de que es una tendencia, esta afición por las zapatillas que ha condenado al destierro a los zapatos? Dicen los usuarios -los jóvenes- que es que las zapatillas son más cómodas, que el zapato es incómodo, que aprieta, que además hay que limpiarlo para que luzca, y que si tiene tacón es mucho peor para andar que hacerlo con una superficie plana. Protocolos, etiquetas, normas, costumbres, todo eso da igual, porque lo que importa, en realidad lo único que importa, es la comodidad, quede bien o quede mal, guste o no guste, pegue o no pegue. ¿Millenials? ¿Generación perdida? Llamémosles mejor la generación bambas, o, lo que es lo mismo, muy cómodos. Lo cual, tal vez, explique muchas cosas.

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