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Frungir por dinero

ROSA BELMONTE

Sábado, 12 de agosto 2017, 12:43

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Andan en ‘Sálvame’ a vueltas con Aitor Trigos, presentador que cayó en el olvido y que, al conocer a «una persona de la noche», sobrevivió como pudo. Con su cuerpo serrano. El programa de Telecinco es un surtidor de eufemismos fruto de su horario protegido. La cosa va de «agua con misterio» (alcohol) a «frungir» (palabro de Paz Padilla para practicar sexo). El último salió de la boca de Kiko Hernández: «Hacías pasar un buen rato a señores», dijo a Aitor Trigos. Cosa que el otro dio por buena. Hace tiempo, María de Mora, la madame Claude de nuestra televisión, había hablado de un presentador que bla bla bla. Y ahora van surgiendo otros tipos en la misma situación sin nombrarlos, aunque todo es muy de blanco y en botella. El de la prostitución, civil o militar, es un tema muy jugoso. Lo ha sido con las mujeres, desde luego. Ahí estaba Malena Gracia quejándose de que siempre hablaban de las mismas, que a ver cuándo salían los nombres de las que estaban casadas con señores ricos. Como siempre, Lola Flores va por delante de todas. Y todos.

El escritor Saul Bellow le dijo a un biógrafo: «¿Qué es lo que puedes revelar sobre mí que yo no haya revelado ya?». Es verdad que Lola Flores nunca dijo lo del Junco (razón por la que sus hijas pudieron demandar a Telecinco), pero sí cosas que parecen más llamativas. En ‘El coraje de vivir’ (1994), que Luis Sanz dirigió para Antena 3, Lola Flores contaba su vida en cuatro extraordinarios capítulos. Hablaba de sus amores, de su pérdida de la virginidad con el Niño Ricardo en una pensión de Valladolid, de Manolo Caracol y su mano larga, de sus hijos… Un rodaje durísimo con ella ya muy enferma y una temperatura en el plató que superaba los cincuenta grados. «Cómo sería aquello que sangrábamos por la nariz. Y yo sin parar de hablar porque, al tener que narrar mi vida, no tenía más remedio que estar constantemente delante de la cámara y dale que te pego». Una de las cosas que contó fue que se acostó con un hombre por 50.000 pesetas. La televisión hace normales las cosas extraordinarias. Y esta de la prostitución lo es. Normal.

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