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IGNACIO GIL LÁZARO
Domingo, 11 de febrero 2018, 12:58
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La realidad suele golpear a los gobernantes dejándoles al borde del noqueo. Pasa sobre todo cuando aquellos se enredan en su propia propaganda creyéndosela a pies juntillas. Una frecuente bobada inmensa. En este sentido, el estudio de opinión encargado por el Consell y hecho público el pasado martes tiene un fondo demoledor para el bipartito aunque PSPV y Compromís hayan tratado de arrimar el ascua a su sardina. De entrada, resulta llamativo que casi un diez y ocho por cien de los encuestados no sepa quién gobierna en la Comunitat y que el cinco por cien crea que continúa haciéndolo el Partido Popular. Además, el barómetro pone en evidencia que la agenda de los políticos no se corresponde con las prioridades que enmarcan las auténticas preocupaciones de la calle. Una desviación inquietante de la que debieran tomar buena nota todos so pena de seguir yendo a la suya y perder aún más la estima ciudadana. Cierto es que cualquier encuesta termina siendo interpretada según conviene al guión de unos y otros pero en el caso de ésta queda muy poco margen de arraigo para el soniquete de la autoloa oficial teniendo en cuenta que el meollo de la cuestión gira en torno a dos ejes sustanciales que son los que determinan el alcance de aquella. El primero, la valoración de la situación actual de la Comunitat Valenciana. El segundo, la valoración de la gestión del Consell. En ambos casos los datos son elocuentes. En cuanto a la valoración de la situación actual de la Comunitat Valenciana, un cuarenta y cinco por cien de los encuestados la considera en términos idénticos a la que se daba cuando gobernaba el PP y un veinte y medio por cien cree que es peor. Es decir, un sesenta y cinco y medio por cien entiende que el panorama hoy es el mismo o ha empeorado respecto del año 2015. Todo un jarro de agua fría para Puig y Oltra porque esa estimación no encaja para nada con su insistente autobombo de cambio a mejor. En cuanto a la valoración de la gestión del Consell, un veintisiete con siete por cien sostiene que es buena o muy buena frente a un diez y nueve con ocho por cien que la califica de mala o muy mala. A ello se acogen Puig y Oltra para decirse que salen triunfantes del lance, ignorando a posta que un mayoritario cuarenta y cinco por cien tilda esa gestión de regular, de modo que la suma de éstos más la de quienes apuestan por suspenderla alcanza el sesenta y cuatro con ocho por cien del total de opinantes. Esto es pues lo que hay por mucho que el Consell pretenda ahora segmentar los datos y vender lo contrario. Un fracaso explícito. Referencia negativa que no permite al Botànic sacar pecho a cuenta. En definitiva, el barómetro presentado esta semana desmonta el triunfalismo de Puig y Oltra de manera casi quirúrgica. Lástima que la oposición no parece tampoco estar en condiciones de ofrecer una alternativa eficaz, prestigiosa, seria y atractiva. A estas alturas desde luego ese también es el problema.
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