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IGNACIO GIL LÁZARO
Domingo, 1 de abril 2018, 11:45
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El lunes un reducido grupo de manifestantes se congregó frente a la Delegación del Gobierno para expresar su apoyo a los independentistas catalanes encarcelados por orden del juez Llarena y quemar fotos de éste y del Rey. Entre los asistentes se encontraban diputados de Compromís y dirigentes de Acció Cultural del Pais Valencià y de Escola. Preguntada Mónica Oltra al respecto dijo que consideraba «normal» la concentración, los lemas coreados y los hechos que allí se produjeron. También expresó su desacuerdo con que Puigdemont y sus secuaces estén en prision. Al día siguiente, Fernando Giner acorraló a la secretaría general del Bloc en el programa 'El Faro' cuando ésta negó que su partido sostenía la posibilidad de integrar a la Comunitat Valenciana en una plataforma territorial con Cataluña lejos de España. El portavoz de Ciudadanos leyó entonces el contenido literal del artículo tres de los Estatutos de esa formación política -la mayoritaria en el seno de fuerzas que integran la coalición naciónalista-, demostrando así la exacta veracidad de su denuncia. De este modo, en apenas cuarenta y ocho horas Compromís ha dado prueba fiel de su talante. Desprecio a la Constitución, a la independencia de la Justicia y a la ley aplicada igualmente para todos. Por contra, adhesión a los golpistas del 'procés' y a la agitación violenta que están ejerciendo en Cataluña. Conviene por tanto insistir una vez más. Compromís es una fiera acechante para la convivencia, la estabilidad, el progreso y la identidad de la sociedad valenciana. Tres razones fundamentales. Primera: porque la pretensión real de Compromís es hacer fuerte un nacionalismo separatista incardinado en la esfera del independentismo catalán para actuar de acuerdo con éste compartiendo estrategias y objetivos. Así lo acredita su voluntad de forzar la inmersión lingüística en las aulas, el intento de establecer el requisito idiomático excluyente para el acceso a la función pública o el perfil ideológico del equipo escogido para dirigir la nueva televisión autonómica. Segunda: porque todas las administraciones que controla Compromís están alimentando a grupos catalanistas como ACPV y Escola con generosas y constantes subvenciones destinadas a impulsar ese fin y mantener cajas de resonancia dispuestas a corearlo. En esto, Marzà y Ribó se llevan la palma. Tercera: porque el tono del discurso habitual de Compromís -especialmente en las redes sociales y en los pequeños ayuntamientos- rezuma desprecio sistemático al adversario, amenazas, prepotencia, cinismo, mentiras y una permanente doble vara de medir según corresponda juzgarse a sí mismos o al resto. Corrupcion por ejemplo. Sobra ya en consecuencia que alguien no quiera enterarse. La cuestión de fondo es que Compromís desea que Valencia deje de ser valenciana y española. Ese es el peligro. Dicho a las claras. Ahora que aún se está a tiempo mejor será no olvidarlo.
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