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Españoles y españolas, Franco ha muerto

En 2017 no hay masas hambrientas dispuestas a asaltar a cualquier precio palacios de invierno ni a dar la vida por la revolución o la independencia

Pablo Salazar

Valencia

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Domingo, 12 de noviembre 2017, 09:31

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En las calles de las ciudades ya no hay adoquines sino asfalto fonoabsorbente que reduce el ruido producido por los coches. Los viejos tranvías y los trolebuses dejaron paso a los autobuses, aunque luego regresaron mucho más modernos y estilizados, no tan folloneros ni chirriantes, si bien -justo es reconocerlo- con mucho menos encanto. Surgieron por todas partes, con más o menos fortuna, rascacielos y eso que se dio en llamar edificios emblemáticos, iconos de la arquitectura que atraen a miles de visitantes. La policía nacional ya no viste de gris, con gorra de plato, ni patrulla en coches Seat 1500. Los serenos desaparecieron, dando lugar a porteros electrónicos, primero de voz y posteriormente de imagen. La basura se deposita en contenedores, algunos enterrados, y se recicla según el tipo de producto. Los habitantes de los pueblos del interior ya no son los protagonistas de 'Los santos inocentes', en la España rural hay colegios, institutos, hospitales y centros de salud, las carreteras son ahora más seguras y algunos municipios hasta pueden presumir de polideportivo y casa de la cultura. El tren ya no llega a todas partes, muchas vías se cerraron porque decían que eran improductivas, que no llevaban gente, aunque ahora se utilizan para que los domingueros hagan cicloturismo en sus Mountain bike vestidos con maillot y culotte, chaqueta térmica, zapatillas impermeables, casco ventilado y aerodinámico, guantes y gafas de sol ultraligeras montadas en policarbonato, en las conocidas como 'vías verdes'. Por contra surgieron conexiones con el AVE a 300 kilómetros por hora, al tiempo que se popularizaba el uso del avión y los cruceros en barco al Caribe y a los fiordos noruegos. Se perdió el romanticismo de poder acercarse al andén de la estación a despedir al novio. Pero como ahora ya no se va a la mili, porque ya no hay mili, no pasa nada. Y como ya no hay novios, que todo son parejas, pues tampoco. Ahora, las parejas y los parejos se separan por motivos de Erasmus, otra novedad, o porque no hay trabajo para los jóvenes y se van a buscarlo fuera, que en eso nada ha cambiado, hoy, 2017, como en los cincuenta del siglo XX, apenas hay que cambiar la imagen de la maleta de cuadros atada con cuerdas por la trolley que rueda a lo largo y ancho de la terminal de pasajeros del aeropuerto, uno en cada ciudad (más cambios). En definitiva, señoras y señores, españoles y españolas (¡otro!), Franco ha muerto. Es más, murió hace ya casi 42 años, aunque algunos, muchos al parecer, no se han enterado. Creían que aún estábamos en la dictadura, incluso antes, en el 34, y que las masas hambrientas, enfermas y desesperadas, ansiosas de libertad y democracia, darían la vida por la revolución. Como los rusos hace un siglo. Al fin y al cabo, no tenían nada que perder. Se equivocaron, aquella España y esa Cataluña ya desaparecieron. La de ahora ya no es en blanco y negro y si salieran de su aldea se darían cuenta.

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