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El empeño que el independentismo catalán sigue exhibiendo en recorrer el camino a ninguna parte que lleva su desafio secesionista ha arruinado cualquier posibilidad de abordar debate político alguno con visos de éxito en los próximos meses. Veremos si la reforma del sistema de financiación autonómica -el reparto del dinero entre las regiones- no termina sufriendo un nuevo retraso por ese motivo. Por ahora, la reunión de Ximo Puig con Mariano Rajoy el pasado jueves quedó difuminada por la 'urgencia nacional' que generan las actuaciones del Parlament catalán. Que todo lo protagonice Cataluña no debe hacer olvidar que el curso político avanza -queda un año escaso de gestión, porque después la campaña electoral se lo llevará todo- y que esta semana Les Corts acogen el debate de política general. Así que, tal y como admite en privado un alto cargo del Consell, «estamos ya en campaña y eso no lo discute nadie». De la cita de esta semana se espera más del debate de las propuestas de resolución -las iniciativas que los grupos parlamentarios someten a votación una vez celebrado el debate- que de la intervención del jefe del Consell o de los cara a cara con el resto de grupos. Y no porque no puedan producirse grandes anuncios o duelos dialécticos vibrantes. El relevo en el liderazgo de Podemos y, por encima de eso, el avance del calendario electoral, pondrán a prueba la calidad del pegamento que une a PSPV, Compromís y la formación morada. Tras dos años de razonable estabilidad, parece complicado que los socios del Botánico no comiencen a tensar relaciones con la vista puesta en 2019. No hacerlo implicaría ahondar en una imagen de uniformidad de los tres partidos que, tal y como parecen sugerir los estudios sociológicos que se manejan, sólo beneficiaría al PSPV. No parece razonable plantear que los momentos de tensión puedan llegar a ser tan evidentes como para hacer pensar en que se puede romper la cuerda -tampoco le interesaría a ninguno-. Pero una maniobra calculada para escenificar diferencias sí que se intuye en el horizonte. ¿Con qué debate? ¿En relación con qué asunto? Habrá que esperar. Por el momento, el que les escribe este texto admite su asombro, no por el contenido de esa grabación en la que Carmen Montón califica a su equipo directivo de la conselleria de Sanidad como «pandilla interesante» -y que ha sido difundida esta semana- sino porque sus palabras, en el transcurso de una reunión con altos cargos de su departamento, hayan sido convenientemente grabadas para ser filtradas a los medios de comunicación por uno de los asistentes a esa cita. Podría pensarse que la consellera tiene dentro al enemigo -el filtrador- y que la pandilla estupenda no lo es tanto. El fuego amigo de la consellera no descansa.

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