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EL DORADO ALCÁCER

JOSÉ MARTÍ

Martes, 31 de octubre 2017, 10:34

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El Dorado, además de un extraordinario western de John Wayne, es una leyenda de la época de los conquistadores españoles (o quizás, a decir de algunos, serían catalanes). Era un imaginario lugar repleto de minas de oro situado en el antiguo virreinato de Nueva Granada. El Dorado significaba encontrar el tesoro. Representaba el deseo ferviente de alcanzar gloria y riqueza de manera rápida, el anhelo de lograr la solución definitiva a todos los males. Algo así como el Levante con sus delanteros. Tito, por fin, reconoció recientemente su fracaso al no encontrar el Dorado del fútbol. «Buscábamos un delantero diferencial y no fuimos capaces de encontrarlo». Y ahora anda a la desesperada en busca y captura de su dorado particular, a la caza de un delantero con gol que pueda levantar la losa de un equipo incapaz de aguantar una ventaja de dos goles en Ipurúa. Ese Dorado no es Charly Musonda, a quien Conte no quiere dejar salir del Chelsea. Finalmente va a ser el joven turco Enes Ünal. Pero, qué quieren que les diga, debería ser Paco Alcácer. Hasta ayer mismo tenía opciones reales de aterrizar cedido en el Levante. Tengan por seguro que Paquito, vilipendiado por la afición vecina de la que fue su ídolo y capitán, sería acogido en Orriols con los brazos abiertos. Los granotas no solo no tendrían en cuenta su pasado blanquinegro sino que encumbrarían a quien hasta hace poco recibía gritos de «Alcácer canalla, fuera de Mestalla». Un honor. Ser insultado por la grada vecina como desertor siempre es garantía de buena acogida en la propia que pasaría a considerarlo un héroe.

Aunque a la hora de escribir esta columna la llegada de Alcácer parecía cada vez más lejana, caso de consumarse no sería el primer «traidor mestallero» que recalase en Orriols. Pedja Mijatovic, el «Judas» blanquinegro por antonomasia hace veinte años, terminó su carrera vestido de azulgrana. En su corta estancia en el club, trufada de lesiones, Pedja se ganó el cariño y la simpatía de la afición por su profesionalidad. Alcácer también tuvo que salir de Mestalla para dar un salto en su carrera a un club grande y crecer profesionalmente. Las circunstancias le obligaban en aquél momento. No tuvo muchas opciones. Como ahora. Valverde no le ve sitio en su Barça y el delantero no quiere caer en el olvido. Aquí además volvería a jugar junto a Roger en el ataque, como hizo en el Juvenil del club que ha acabado declarándole non grato. Entre uno de Torrent y un otomano, siempre preferimos a Paquito, un gran jugador, cuajado en la Liga y con más morbo. ¿Qué granota no imagina sus goles y los espacios que crearía para las entradas al área de Morales, Bardhi, Campaña e Ivi?. Al final, no vendrá y será como el Dorado, algo inalcanzable con el que solo podremos soñar. O no.

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