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Como las palabras y las promesas son gratis, el tripartito -tanto el autonómico como el municipal- se ha cansado de repetir que uno de sus objetivos primordiales es la defensa «del xicotet comerç», utilizando el valenciano para reforzar el carácter de botigueta, de establecimiento familiar, próximo, en esa idea muy propia del nacionalismo que representa Compromís (que al fin y al cabo es quien marca la agenda política, tanto en la Generalitat como en el Ayuntamiento) de una especie de vuelta a las esencias perdidas, de viaje a un pasado bucólico y pastoril en el que fuimos más felices, en entornos rurales y provincianos menos contaminados (obviamente) y más sostenibles, a escala humana. El pequeño comercio no sólo es un motor de la actividad económica sino que articula los barrios, les da vida. Pocos factores contribuyen más a la degradación urbanística que el cierre de locales, que acaban siendo víctimas de los grafiteros. Y las tiendas antiguas son las que confieren personalidad a los cascos históricos, las que más atraen a los turistas, las que marcan la personalidad de una ciudad. Todo ello está en crisis y no hay más que darse una vuelta por la Ciutat Vella o por algunas zonas del extrarradio de Valencia para certificarlo. Las franquicias y los locales de comida rápida o de venta de souvenirs colonizan el centro histórico mientras la periferia ve cómo poco a poco van desapareciendo locales tanto por la progresiva desaparición de oficinas bancarias como por el cierre de algunos comercios de toda la vida. Pero los principales enemigos del «xicotet comerç» -frente a lo que intenta hacer creer el tripartito con su cruzada de los horarios comerciales- no son las grandes superficies sino la compraventa por internet y la competencia desleal del top manta. ¿Y qué hace frente a ellos ese tripartito presunto defensor del «xicotet comerç» como seña de identidad valenciana y de su modelo económico (sea cual sea) y urbanístico? Pues por una parte ponerle la alfombra roja a Amazon para su desembarco en la Comunitat con un gran almacén logístico en Paterna y por la otra ordenar a la Policía Local que cambie de recorrido cuando los agentes pasen por las calles tomadas por los vendedores de productos falsificados, ya sea en Don Juan de Austria, en el Passeig Russafa, en la Plaza de la Reina o en el Paseo Marítimo, territorios todos ellos invadidos por unos manteros que sintiéndose libres de la presión policial van poco a poco expandiendo sus dominios. Pero eso sí, antes de que acabe la legislatura es probable que hayan solucionado el guirigay que han montado con los horarios comerciales, como si esa fuera la gran preocupación de los comerciantes, su mayor enemigo. Ya digo, las palabras son gratis.

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